El Tesoro del Bosque Encantado
En un tranquilo pueblo rodeado por un denso bosque, había una leyenda que susurraba entre los árboles. Se decía que un monstruo malvado custodiaba un tesoro escondido, y que solo los valientes podían recuperarlo. La historia llegó a oídos de tres amigos inseparables: Gabo, un niño aventurero y lleno de energía; Ricky, un gran soñador y amante de los cuentos; y Lorenzo, quien siempre tenía una idea brillante para salir de apuros.
Un día, mientras jugaban en el pueblo, Gabo se encontró con un viejo mapa. Con una gran sonrisa, dijo: "¡Miren lo que encontré! Es un mapa que lleva al tesoro del bosque. ¡Debemos ir a buscarlo!"
Ricky, emocionado, exclamó: "¡Eso suena a una aventura épica! ¿Pero qué pasa con el monstruo?"
Lorenzo, pensativo, respondió: "No podemos dejar que un monstruo nos detenga. Si trabajamos juntos, podemos enfrentarlo."
Así que, armados con ganas de aventura y un gran sentido del compañerismo, los tres amigos se adentraron en el bosque. Caminando entre los altos árboles, el sonido de sus risas llenaba el aire. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que el bosque no era tan tranquilo como parecía. Ruidos extraños resonaban entre las sombras.
De repente, ante ellos apareció el monstruo. Era enorme, con escamas verdes y ojos amarillos brillantes, que los miraban desafiantes. Gabo tembló un poco, pero rápidamente se repuso, recordando las palabras inspiradoras de su madre: "El miedo es solo una ilusión si tienes valor en tu corazón."
"¡Alto ahí, monstruo!" gritó Gabo, con valentía. "Estamos aquí solo para recuperar el tesoro que pertenece a nuestro pueblo."
El monstruo, sorprendido por la determinación de los niños, respondió con una risa profunda y retumbante. "¿Creen que pueden enfrentarme? ¡Nadie ha logrado detenerme en siglos!"
Ricky, siempre optimista, interrumpió: "Quizás no se trata de enfrentarte, sino de comprenderte. ¿Por qué custodia este tesoro?"
El monstruo, sintiéndose un poco confundido, confesó: "Siempre pensé que era el único guardian de este lugar y que nadie podría tocarlo. Pero en realidad, me siento triste y solo."
Los niños, al escuchar eso, se dieron cuenta de que el monstruo no era realmente malvado; solo estaba asustado. Lorenzo, que era muy bueno para las palabras, se acercó y dijo: "Si compartís el tesoro con nosotros, tal vez podamos ser amigos. Juntos, podríamos ayudar a nuestro pueblo y a vos. Todos necesitaríamos aprender a vivir en comunidad."
Afectado por la amabilidad de los niños, el monstruo se emocionó. "¿De verdad? ¿Podrían ayudarme a ver el mundo de otra manera?"
Gabo sonrió y le extendió la mano: "¡Claro! El tesoro podría usarse para mejorar la vida en nuestro pueblo y darles a todos la oportunidad de ser felices."
El monstruo, ahora con el corazón más ligero, aceptó. Los cuatro se dirigieron juntos hacia donde estaba el tesoro. Desde entonces, los niños y el monstruo se convirtieron en grandes amigos. Con el dinero del tesoro, el pueblo construyó nuevos caminos, escuelas y centros deportivos.
Al final, Gabo, Ricky y Lorenzo entendieron una lección valiosa: a veces, lo que parece amenazador puede ocultar una tristeza profunda. Trabajando juntos, no solo ayudaron a su pueblo, sino que también le dieron un nuevo amigo al monstruo. El bosque dejó de ser un lugar temido para convertirse en un hogar lleno de aventuras y risas compartidas. Y así, nunca jamás volvieron a tener miedo, porque siempre podían contar con sus amigos, sin importar cuán diferentes fueran.
FIN.