El Tesoro del Bosque Mágico



Era un hermoso día en el Bosque Mágico, donde los árboles susurraban secretos y los animales jugaban felices. Un niño llamado Mateo solía explorar el bosque después de la escuela, siempre con su mochila repleta de bocadillos y un cuaderno para dibujar lo que encontraba.

Un día, mientras paseaba, vio algo brillante en el suelo. Al acercarse, descubrió un cofre cubierto de hojas y ramas.

"¿Qué será eso?" -pensó Mateo, emocionado. Se agachó y comenzó a destaparlo. Al abrir el cofre, sus ojos se iluminaron al ver monedas doradas y joyas relucientes. "¡Guau! ¡Esto parece un tesoro!"- exclamó.

Pero antes de que pudiera disfrutar por completo su descubrimiento, un pequeño zorro, con pelaje rojizo y ojos curiosos, apareció.

"¿Qué hiciste, humano?" -preguntó el zorro con voz suave. "Ese tesoro no es solo oro y joyas. Pertenece a los habitantes del bosque."

Mateo, sorprendido, miró al zorro. "¡Pero yo lo encontré primero!" -protestó, consciente de que la emoción lo había llevado a actuar sin pensar.

"El verdadero tesoro de este bosque es su belleza y su magia. Si tomas lo que no es tuyo, el bosque perderá su encanto" -respondió el zorro, mientras miraba al niño con compasión.

Mateo sintió que algo en su corazón cambiaba. Lo que había descubierto era valioso, pero no de la manera que él pensaba. "¿Y qué debo hacer entonces?"- preguntó, sintiéndose un poco culpable.

"Si realmente valoras lo que encontraste, deberías compartirlo con todos. Puedes crear un lugar especial para que todos disfruten de la belleza del bosque. Llámalo Parque del Tesoro" -sugirió el zorro.

Mateo pensó por un momento. "Esa es una gran idea. Invitaré a mis amigos, a los vecinos, y todos podremos disfrutar juntos." -dijo, viendo ya en su mente cómo podría ser aquel parque.

Así que, decidido, Mateo llevó el cofre de vuelta, llenándolo de monedas y joyas. Con ayuda del zorro y otros animales del bosque, trabajaron duro para transformar un claro en el Parque del Tesoro. Colocaron bancos, flores, y esculturas de barro que representaban a los animales del bosque.

"Esto es hermoso, Mateo" -dijo el zorro, mientras miraba cómo los niños llegaban al parque, riendo y jugando.

Al día siguiente, cuando los niños del pueblo llegaron al parque, sus ojos se llenaron de asombro. "¿Puedo quedarme aquí siempre?" -preguntó una niña. "¡Claro! Siempre y cuando cuidemos del bosque" -respondió Mateo, recordando las palabras del zorro.

Con el tiempo, el Parque del Tesoro se volvió un lugar donde todos se reunían para divertirse y aprender sobre la importancia de la naturaleza. Mateo enseñaba a sus amigos sobre las plantas y los animales, y juntos jugaban a cuidar el bosque. Cada vez que un visitante llegaba, él presentaba al zorro, que se convirtió en el guardián del parque.

Un día, mientras jugaban, un hombre mayor se acercó, sorprendido.

"¡Lo conozco! ¡Ese es el tesoro que se perdió hace años!" -dijo. Todos se miraron expectantes. "Lo había escondido para protegerlo de quienes no podían ver su verdadero valor. ¡Felicito a este joven por comprender!" -exclamó, sonriendo.

Mateo se sonrojó, pero se sintió orgulloso. "Fue el bosque y sus habitantes quienes me mostraron el verdadero valor de la amistad y la naturaleza." -dijo, mientras miraba a su alrededor con gratitud.

Desde ese día, el Parque del Tesoro se convirtió en un símbolo de unidad y amor por la naturaleza, recordando a todos que hay cosas más valiosas que el oro: la amistad, la colaboración y el respeto por nuestro entorno. Y así, Mateo y sus amigos aprendieron que el verdadero tesoro del bosque era su capacidad de cuidar y apreciar la magia que lo rodeaba.

FIN.

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