El tesoro del castillo encantado
Había una vez un grupo de niños exploradores llamados Mateo, Sofía, Tomás y Valentina. Un día decidieron aventurarse en el bosque para descubrir lugares nuevos y emocionantes.
Después de caminar durante horas, se encontraron con un castillo antiguo y misterioso rodeado por niebla espesa. "¡Miren ese castillo! ¿Quieren ir a investigar?" preguntó Mateo emocionado. "Sí, parece muy interesante" respondió Sofía. "Pero... ¿y si hay fantasmas?" preguntó Valentina preocupada.
"No seas tonta Valentina, los fantasmas no existen" dijo Tomás con convicción. Así que el grupo decidió acercarse al castillo y comenzaron a explorar sus muros antiguos y torres altas. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente del interior del castillo.
Los niños se miraron entre sí asustados pero valientes decidieron entrar para descubrir qué era lo que estaba sucediendo adentro. Una vez dentro del castillo, los niños se dieron cuenta de que había algo extraño en él.
Las puertas crujían solas y las ventanas temblaban sin motivo aparente. Entonces aparecieron unos fantasmas flotando en el aire mientras emitían sonidos tenebrosos. "¡Miren esa cosa blanca!" gritó Valentina asustada.
Mateo intentó calmarla: "Tranquila Valentina, probablemente sean hologramas o efectos especiales". Los chicos siguieron avanzando hasta llegar a una sala oscura donde encontraron una caja fuerte cerrada. La curiosidad los llevó a querer saber qué había adentro, pero no pudieron abrirla.
"¡Está cerrada con llave!" exclamó Sofía. "Debemos buscar la llave" dijo Tomás decidido. Así que comenzaron a buscar en cada rincón del castillo hasta que encontraron una llave antigua debajo de un mueble.
Cuando regresaron a la sala, descubrieron que la caja fuerte contenía un mapa antiguo con indicaciones para encontrar un tesoro escondido en el bosque. Los niños exploradores se emocionaron al pensar en lo divertido y emocionante que sería ir en busca del tesoro.
Así que salieron corriendo hacia el bosque siguiendo las instrucciones del mapa. Después de caminar durante horas, finalmente encontraron el tesoro escondido. "¡Lo logramos! ¡Encontramos el tesoro!" gritó Valentina felizmente. "Fue una gran aventura chicos" dijo Mateo sonriendo ampliamente.
Y así terminó su día lleno de emoción y diversión. Los niños aprendieron que nunca hay que tener miedo a lo desconocido y siempre hay algo interesante por descubrir si tienes coraje para aventurarte más allá de tus límites.
FIN.