El tesoro del conejito curioso



Había una vez en un bosque encantado, un pequeño conejito blanco llamado Benito. Benito era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con su amiga la ardilla Lola.

- ¡Hola Benito! ¿Qué estás haciendo? - preguntó Lola con entusiasmo. - Hola Lola, estoy buscando algo emocionante para hacer hoy - respondió Benito.

- ¡Tengo una idea! Podríamos ir a buscar el tesoro escondido en la cueva misteriosa del otro lado del río - sugirió Lola. Benito se emocionó al escuchar eso y juntos se dirigieron hacia el río. El problema era que el río estaba crecido por las recientes lluvias y no podían cruzar de forma segura.

- ¿Y ahora qué hacemos? - preguntó Benito preocupado. Justo en ese momento, apareció Mateo, un ratón sabio que vivía cerca del río. Él les dijo:- No se preocupen amigos, tengo una solución.

Pueden usar mi balsa para cruzar el río de manera segura. Los tres amigos subieron a la balsa y comenzaron a remar hacia el otro lado.

Cuando llegaron a la cueva misteriosa, descubrieron que había un gran letrero que decía: "El tesoro solo será revelado si trabajan juntos". Benito, Lola y Mateo comenzaron a buscar pistas por toda la cueva. Pasaron por oscuros pasadizos y saltaron sobre rocas resbaladizas hasta encontrar una puerta secreta oculta detrás de unas telarañas.

Al abrir la puerta, quedaron maravillados al ver un tesoro brillante y reluciente. - ¡Lo logramos! - exclamó Benito emocionado. Pero justo cuando iban a tomar el tesoro, se escuchó un ruido fuerte. Era una enorme roca que bloqueaba la salida de la cueva.

- ¿Y ahora cómo salimos? - preguntó Lola preocupada. Benito recordó algo que había leído en un libro sobre cuevas.

Había una antigua leyenda que decía que si todos los habitantes del bosque cantaban juntos, la roca se movería y revelaría una salida secreta. - ¡Vamos! Cantemos todos juntos - dijo Benito con valentía. Entonces, Benito, Lola y Mateo comenzaron a cantar una hermosa canción.

El sonido resonaba por toda la cueva y poco a poco, la roca empezó a moverse hasta finalmente abrirse paso hacia afuera. - ¡Lo logramos! - exclamaron los tres amigos llenos de alegría. Salieron de la cueva con el tesoro en sus manos y regresaron al bosque encantado.

Decidieron compartir el tesoro con todos sus amigos del bosque para hacerlos felices también. Desde ese día, Benito aprendió que trabajar en equipo es importante y que nunca debe subestimar el poder de la amistad.

Juntos habían superado obstáculos y encontrado un gran tesoro no solo material sino también en su corazón.

Y así, el pequeño conejito blanco vivió muchas más aventuras junto a sus amigos en el bosque encantado, siempre recordando lo valioso que es tener amigos verdaderos que te ayuden a superar cualquier desafío.

FIN.

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