El tesoro del coraje y la magia
Había una vez en la escuela de Providencia, un grupo de alumnos de primer y segundo grado muy curiosos y entusiastas. Cada día, la maestra les enseñaba cosas nuevas y emocionantes, pero hoy tenía algo especial planeado para ellos.
La maestra les dijo a los niños que iban a escribir un cuento todos juntos. Los ojos de los pequeños se iluminaron de emoción ante la idea.
La maestra pidió a cada uno que pensara en un adjetivo que describiera su personalidad y lo compartiera con el resto. Matías levantó la mano y dijo: "Yo soy valiente". Todos asintieron admirados por su coraje. Luego fue el turno de Sofía, quien dijo: "Yo soy amable".
Los demás sonrieron al escucharla, sabiendo que era cierto. Así, uno tras otro, cada niño compartió un adjetivo positivo sobre sí mismo. Con los adjetivos en mente, comenzaron a construir el cuento.
El protagonista sería Tomás, un niño aventurero y curioso como ellos. Tomás vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques misteriosos. Un día soleado, mientras caminaba por el bosque con sus amigos Julieta y Lucas, Tomás encontró una antigua puerta escondida entre los árboles.
Sin pensarlo dos veces, decidió abrirla para descubrir qué había detrás. Al cruzar la puerta mágica, se encontraron en un mundo lleno de coloridos paisajes y criaturas fantásticas.
Había unicornios voladores que dejaban estelas brillantes en el cielo, árboles que hablaban y ríos de chocolate. Tomás, Julieta y Lucas se adentraron en esta nueva tierra llena de aventuras. En su camino, ayudaron a un dragón herido a volar nuevamente con sus alas fuertes y poderosas.
También rescataron a una princesa valiente que había sido encerrada por un malvado hechicero. Con cada acción valiente, amable o inteligente que realizaban los niños, más mágico se volvía el mundo alrededor de ellos.
Los animales les agradecían con abrazos cálidos y sonrisas radiantes. Pero no todo era fácil en este nuevo mundo. Un día, mientras exploraban una cueva oscura y tenebrosa, quedaron atrapados entre rocas gigantes. Parecía imposible salir de allí.
Sin embargo, la perseverancia de Tomás los guió hacia una solución ingeniosa. Con su astucia e inteligencia logró abrir un camino para escapar de la cueva y regresar sanos y salvos junto a sus amigos.
Al final del cuento, todos los niños aplaudieron emocionados por la maravillosa historia que habían creado juntos. La maestra felicitó a cada uno por su participación activa y creativa.
Esa tarde, los alumnos aprendieron una lección muy importante: cada uno tenía cualidades especiales que hacían del mundo un lugar mejor cuando las compartían con los demás. Aprendieron el valor de ser valientes como Matías, amables como Sofía e inteligentes como Tomás. Desde ese día en adelante, siempre recordarían aquel cuento lleno de aventuras y adjetivos maravillosos.
Y cada vez que se sentían tristes o desanimados, recordaban las palabras de la maestra: "¡Tú también eres valiente, amable e inteligente!".
Y así, los niños de primer y segundo grado de la escuela Providencia siguieron creciendo y aprendiendo juntos, convirtiéndose en personas llenas de cualidades positivas que hacían del mundo un lugar mejor para todos.
FIN.