El tesoro del esfuerzo
Había una vez, en el pequeño pueblo de Wenceslao Escalante, dos hermanos llamados Juanito y Martín. Estos dos hermanos eran muy traviesos y siempre encontraban la manera de escaparse del trabajo.
Juanito y Martín vivían con su abuela, Doña Rosa, quien trabajaba duro para mantenerlos. Ella era una mujer fuerte y sabia que había que trabajar para ganarse la vida. Sin embargo, los dos hermanos no compartían ese pensamiento.
Un día, mientras jugaban en el campo cerca de su casa, Juanito tuvo una idea brillante. "Martín, ¿qué tal si encontramos un tesoro enterrado para no tener que trabajar nunca más?"- exclamó emocionado.
Martín se iluminó con la idea y respondió: "¡Sí! ¡Sería genial! No tendríamos que hacer nada más que buscar tesoros todo el día"-. Así comenzaron su aventura en busca del tesoro perdido. Excavaron por todos lados: bajo los árboles frondosos, al lado del río y hasta en el viejo molino abandonado.
Pero a medida que pasaba el tiempo, se dieron cuenta de algo importante: ¡encontrar un tesoro no era tan fácil como parecía! Después de varios días sin éxito alguno, los hermanos estaban desanimados.
Pero entonces apareció Don Pedro, un vecino sabio del pueblo conocido por sus historias inspiradoras. "¿Qué les pasa chicos? Los veo tristes"- preguntó Don Pedro con curiosidad.
Los hermanos le contaron sobre su búsqueda inútil del tesoro perdido y cómo deseaban no tener que trabajar nunca más. Don Pedro sonrió y les dijo: "Queridos chicos, el verdadero tesoro está en el trabajo y la dedicación. No hay atajos para alcanzar el éxito"-. Los hermanos se quedaron pensativos ante las palabras de Don Pedro.
Se dieron cuenta de que habían estado buscando algo que no existía, mientras dejaban pasar las oportunidades reales frente a ellos. Decidieron cambiar su actitud y comenzaron a ayudar a su abuela en casa.
Barrían, cocinaban y cuidaban del huerto familiar. Pronto descubrieron lo gratificante que era trabajar duro y ver los frutos de sus esfuerzos. Con el tiempo, Juanito aprendió a reparar bicicletas y Martín descubrió su pasión por la pintura.
Comenzaron a ganarse la vida con sus talentos, pero siempre recordando el valor del trabajo constante. La noticia de los éxitos de los hermanos se extendió por todo Wenceslao Escalante, convirtiéndolos en ejemplos inspiradores para todos los niños del pueblo.
Y así fue como Juanito y Martín comprendieron que no había necesidad de buscar tesoros perdidos cuando tenían todo lo que necesitaban dentro de sí mismos: valentía, perseverancia y una actitud positiva hacia el trabajo.
Desde aquel día, los dos hermanos se convirtieron en personas trabajadoras y exitosas, demostrando al mundo entero que cuando uno pone empeño en lo que hace, puede lograr cualquier cosa. Y vivieron felices trabajando juntos para alcanzar sus sueños.
FIN.