El tesoro del gigante bondadoso



Había una vez un gigante llamado Benjamín, que vivía en lo más alto de una montaña. A pesar de su enorme tamaño y fuerza, era muy amable y siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.

Un día, mientras caminaba por el bosque, el gigante escuchó un sonido extraño proveniente de un arbusto. Se acercó con curiosidad y descubrió a un niño llamado Tomás llorando desconsoladamente. - ¿Qué te sucede, pequeño? -preguntó Benjamín con voz profunda pero dulce.

Tomás levantó la cabeza y entre sollozos le contó al gigante que había perdido su hogar. Su familia no tenía dinero para pagar el alquiler y habían sido desalojados de su casa.

El corazón del gigante se llenó de tristeza al escuchar la historia del niño. Sabía que tenía que hacer algo para ayudarlo. - No te preocupes, Tomás. Yo puedo darte una posición aquí en mi montaña -dijo Benjamín con una sonrisa-.

Serás mi asistente personal y te encargarás de cuidar mis animales y jardines. El rostro de Tomás se iluminó ante esta oportunidad única. Aceptó emocionado la oferta del gigante e inmediatamente comenzaron a trabajar juntos.

Durante los días siguientes, Tomás aprendió muchas cosas nuevas junto a Benjamín. Aprendió a sembrar flores hermosas en el jardín del gigante y cómo alimentar adecuadamente a sus animales salvajes amigos como conejos, venados y pájaros exóticos.

Pero lo más importante que aprendió Tomás fue el valor de la amistad y la bondad. Benjamín le enseñó a siempre ayudar a los demás, sin importar su tamaño o apariencia. Un día, mientras exploraban una cueva en la montaña, encontraron un tesoro escondido.

Era un cofre lleno de monedas de oro y joyas brillantes. - Tomás, este tesoro es tuyo -dijo el gigante-. Tú lo mereces por ser tan valiente y generoso. Tomás se sorprendió y no sabía qué decir.

Pero rápidamente recordó las palabras del gigante y pensó en cómo podría utilizar ese tesoro para ayudar a otras personas necesitadas. Decidió construir una casa para su familia con parte del dinero del tesoro.

También donó una gran cantidad a un orfanato cercano para ayudar a otros niños como él. A medida que pasaba el tiempo, Tomás se convirtió en un joven responsable y exitoso gracias al apoyo constante de Benjamín.

Siempre recordaba las lecciones que había aprendido junto al gigante: ser amable, generoso y nunca olvidarse de ayudar a los demás.

Y así fue como un gigante le dio una posición a un niño, pero más importante aún, le dio la oportunidad de crecer como persona y hacer del mundo un lugar mejor.

FIN.

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