El tesoro del jardín
Había una vez una mariposa llamada Margarita que vivía en un hermoso jardín. A Margarita le encantaba volar de flor en flor, disfrutando del dulce néctar y dejando su huella de colores por donde pasaba.
Un día, mientras revoloteaba entre las flores, se encontró con una abeja llamada Benito. Benito era muy trabajador y siempre estaba ocupado recolectando polen para llevarlo a la colmena. Margarita se acercó a Benito y le dijo: "¡Hola! ¿Qué estás haciendo?".
Benito respondió: "Estoy recolectando polen para hacer miel. Es muy importante para nuestras abejas". Margarita quedó fascinada con la historia de Benito y decidió ayudarlo. Juntos trabajaron duro recolectando polen y visitando todas las flores del jardín.
Un día, mientras buscaban más flores, Margarita vio algo brillante en el suelo. Era una pequeña llave dorada. Sin pensarlo dos veces, la recogió y preguntó a los demás animales del jardín si sabían qué podría abrir esa llave.
El señor Caracol les dijo: "Creo que esa llave pertenece al cofre mágico que está al final del arco iris". Margarita y Benito se emocionaron al escuchar esto y decidieron ir en busca del cofre mágico.
Volaban tan rápido como podían, siguiendo el arco iris hasta llegar al final. Cuando llegaron allí, encontraron un gran cofre cerrado con candado.
Con mucha emoción, Margarita probó la llave dorada y ¡encajaba perfectamente! Abrieron el cofre y dentro encontraron un mapa con una X marcada en él. Decidieron seguir el mapa y llegaron a una cueva oculta detrás de una cascada. Dentro de la cueva, encontraron un tesoro brillante lleno de piedras preciosas y monedas de oro.
Margarita se dio cuenta de que este tesoro podría ayudar a su jardín a crecer aún más hermoso. Decidió utilizar las monedas para comprar nuevas semillas y plantar más flores para que todos los animales del jardín pudieran disfrutarlas.
Con el tiempo, el jardín se convirtió en uno de los más bellos del mundo. Las flores eran tan coloridas y fragantes que atraían a mariposas, abejas, pájaros y muchos otros animales.
Margarita nunca dejó de volar de flor en flor, pero ahora lo hacía con un propósito aún mayor: llevar esperanza y alegría a todos los seres vivos del jardín. Y así, Margarita demostró que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos hacer grandes cosas si trabajamos juntos por un objetivo común.
Y desde aquel día, su nombre quedó grabado en la historia como "La mariposa valiente". El final
FIN.