El tesoro del jardín



Había una vez un niño llamado Axell que era muy inquieto y juguetón. Desde que se levantaba por la mañana hasta que se acostaba por la noche, no paraba quieto ni un segundo.

Siempre estaba corriendo de un lado a otro, saltando y haciendo travesuras. Un día, mientras Axell jugaba en el jardín, vio algo brillante en el suelo. Era una vieja caja de madera con cerradura.

Axell se acercó curioso y trató de abrirla, pero estaba bien cerrada. Pensó en buscar la llave por todo el jardín, pero decidió ir a preguntarle a su mamá si sabía dónde podía estar.

"Mamá, encontré una caja misteriosa en el jardín, ¿tienes la llave?"- preguntó Axell emocionado. Su mamá sonrió y le dijo: "No tengo la llave, pero tal vez puedas encontrarla si buscas con atención".

Axell comenzó a buscar por toda la casa: debajo del sofá, detrás de las cortinas e incluso revisó los bolsillos de todos sus pantalones. Pero no encontró ninguna llave que coincidiera con la cerradura de la caja misteriosa. Desanimado, Axell regresó al jardín y se sentó junto a la caja pensando qué hacer.

De repente, escuchó un ruido proveniente del árbol cercano. Era una familia de pájaros construyendo su nido. Curioso como siempre, Axell se acercó sigilosamente para observarlos sin asustarlos.

Vio cómo trabajaban en equipo, cada uno con una tarea específica: unos recolectaban ramas, otros las acomodaban y otro se encargaba de proteger el nido. Axell quedó maravillado por la organización y el esfuerzo que los pájaros ponían en su trabajo.

Se dio cuenta de que ellos también tenían metas y objetivos, al igual que él cuando jugaba. "¡Eso es! ¡Tengo que ponerme una meta!"- exclamó Axell emocionado. Decidió que su meta sería encontrar la llave de la caja misteriosa. Con entusiasmo renovado, comenzó a buscar por todos lados.

Esta vez, lo hizo con más paciencia y detenimiento. Pasaron días y Axell seguía buscando sin rendirse. Un día, mientras jugaba en el parque cercano, vio algo brillante entre las hojas caídas. Era una pequeña llave dorada.

Axell no podía creerlo. Corrió a casa para probarla en la cerradura de la caja misteriosa y ¡encajó perfectamente! Abrió la caja con emoción y dentro encontró un hermoso libro lleno de historias e ilustraciones increíbles.

Desde ese día, Axell aprendió a canalizar su energía inquieta hacia cosas positivas como leer, dibujar y jugar creativamente. Descubrió el poder de tener metas y trabajar duro para alcanzarlas.

Y así fue como nuestro querido amigo Axell dejó atrás sus travesuras descontroladas para convertirse en un niño disciplinado pero siempre lleno de imaginación y alegría.

FIN.

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