El tesoro del parque


Había una vez una niña llamada María que vivía en un pequeño pueblo. A María le encantaba jugar al aire libre y su actividad favorita era jugar a la pelota en el parque cercano a su casa.

María pasaba todas las tardes en el parque, corriendo y riendo mientras jugaba con su pelota. Ella era muy talentosa y sus amigos siempre querían estar en su equipo porque sabían que ella les daría pases perfectos.

Un día, mientras jugaban, María vio algo brillante entre los arbustos del parque. Se acercó curiosa y descubrió un mapa antiguo que parecía llevar a un tesoro escondido. María se emocionó mucho y decidió seguir el mapa para encontrarlo.

María reunió a sus amigos del parque y les mostró el mapa. Todos estaban emocionados por la aventura que iban a emprender juntos. Juntos siguieron las pistas del mapa, saltando sobre troncos caídos, trepando árboles e incluso cruzando un pequeño arroyo.

Después de mucho caminar, finalmente llegaron al lugar indicado en el mapa: ¡un viejo árbol hueco! Con mucha emoción, María metió la mano dentro del árbol y sacó una caja pequeña llena de monedas de oro brillantes.

Todos los niños gritaron de alegría y celebraron haber encontrado el tesoro escondido. Pero entonces, escucharon un ruido extraño proveniente detrás de ellos. Giraron rápidamente para ver qué estaba pasando y se encontraron con un hombre mayor con cara de enfado.

El hombre les explicó que él había escondido el tesoro muchos años atrás, cuando era niño. Les dijo que estaba muy feliz de que ellos lo hubieran encontrado y les felicitó por su valentía y perseverancia.

El hombre les contó que él había sido un gran jugador de fútbol en su juventud, pero debido a una lesión en la rodilla no pudo seguir jugando.

Sin embargo, ver a María y sus amigos jugar con tanta alegría le recordó lo mucho que amaba el deporte. María se acercó al hombre y le dijo: "Señor, si usted ama tanto el fútbol, ¿por qué no juega con nosotros?". El hombre sonrió y aceptó la invitación.

Desde ese día, María y sus amigos tenían un nuevo compañero de juego en el parque. Juntos disfrutaban de largas tardes jugando al fútbol, compartiendo risas y formando nuevos recuerdos.

El parque se convirtió en un lugar aún más especial gracias a la amistad entre María, sus amigos y el hombre del tesoro escondido. Y así fue como María descubrió más que solo un tesoro ese día en el parque.

Aprendió sobre la importancia de compartir la diversión con los demás, sin importar su edad o habilidades. Y también aprendió que a veces las aventuras más emocionantes están justo frente a nuestros ojos si estamos dispuestos a buscarlas.

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