El Tesoro del Parque
Era una tarde soleada cuando Lucas, Ana, Tomás y Sofía decidieron salir del colegio y dirigirse al parque como siempre. Mientras jugaban a las escondidas, Lucas tropezó con algo.
- ¡Eh, chicos! ¡Miren esto! -exclamó Lucas mientras levantaba un viejo trozo de papel.
Ana se acercó.
- ¿Qué es eso? -preguntó curiosa.
- Parece un mapa del tesoro -respondió Tomás, mirando con atención los dibujos extraños y las marcas que había en el papel.
- ¡Vamos a buscarlo! -dijo Sofía emocionada, con los ojos brillantes de aventura.
Así comenzó la búsqueda. Durante los días siguientes, el grupo se reunió cada tarde para investigar diferentes partes del parque. Jugaron con ideas, de buscar pistas en los árboles, debajo de las piedras y hasta dentro de las flores.
Una tarde, mientras excavaban en un arenal, Sofía gritó:
- ¡Chicos! ¡Encontré algo!
Bajo un montón de arena, descubrieron un arenero enorme. Con mucha emoción y esfuerzo, comenzaron a cavar.
- No puedo creer que podamos encontrar un tesoro de verdad -dijo Ana, mientras se limpiaba la frente llena de tierra.
Finalmente, después de mucho trabajo, desenterraron un baúl antiguo. Sofía lo abrió con cuidado y dentro encontraron un montón de chocolatinas y disfraces de pirata.
- ¡FiestaPirata! -gritaron todos a la vez, emocionados por su hallazgo.
- ¡Vamos a hacer una fiesta pirata! -propuso Tomás, mientras se colocaba un sombrero pirata y hacía un gesto como un corsario.
Pero antes de que empezaran a disfrutar del tesoro, Ana tuvo una idea.
- Chicos, ¿y si compartimos las chocolatinas con los demás amigos del parque?
Todos asintieron, y así se les ocurrió organizar una gran fiesta en el parque donde invitarían a todos sus compañeros.
- ¡Hay que preparar todo! -dijo Lucas.
Con el mapa en mano, se lanzaron a planificar la mejor fiesta pirata que alguien pudiera imaginar. Decoraron el parque con banderas piratas, hicieron invita-ciones y mostraron sus disfraces.
El día de la fiesta fue un éxito rotundo. Niños y niñas del barrio se unieron para disfrutar de las chocolatinas, jugar a juegos de piratas y vivir una emocionante aventura.
Y así, lo que comenzó como un simple hallazgo terminó siendo un momento para compartir y unir a la comunidad del parque. Todos se disfrazaron de piratas, se rieron y disfrutaron de la dulzura de la amistad.
- ¡Esta fue la mejor aventura de todas! -gritó Sofía mientras chupaba una chocolatina.
Los amigos aprendieron que a veces, los tesoros más grandes no son aquellos que se encuentran, sino aquellos que se acumulan en los corazones de las personas cuando comparten momentos únicos y divertidos.
Y así, cada vez que se veían en el parque, no solo recordaban el día que encontraron el mapa del tesoro, sino también cómo su idea de compartir lo convirtió en algo aún más especial.
FIN.