El tesoro del parque mágico
Había una vez una profe llamada María que enseñaba a un grupo de niños pequeños en un colegio de la ciudad. María era una persona muy creativa y siempre buscaba maneras divertidas de aprender con sus alumnos.
Un día, mientras caminaba por el parque, se dio cuenta de que los árboles estaban llenos de hojas coloridas. Pensó que sería maravilloso llevar a sus alumnos al parque para recolectar hojas y aprender sobre el otoño.
Al día siguiente, María les contó a sus alumnos su emocionante idea. Los ojitos de los niños se iluminaron con entusiasmo y no podían esperar para ir al parque. Prepararon sus mochilas con meriendas y salieron rumbo a la aventura.
Cuando llegaron al parque, todos los niños corrieron hacia los árboles y comenzaron a reagarrar hojas. Estaban tan emocionados que no podían decidir cuáles eran las más bonitas.
Mientras recogían hojas, uno de los niños encontró algo brillante entre las ramas del árbol. Era una pequeña caja dorada. Todos se acercaron para ver qué había dentro.
Con cuidado, María abrió la caja y dentro encontraron una nota escrita por alguien misterioso: "Si quieres encontrar el tesoro escondido, sigue las pistas". Los niños se emocionaron aún más ante la idea de encontrar un tesoro secreto en el parque.
María comenzó a leer las pistas en voz alta:"Pista número uno: ¡Busquen detrás del árbol más alto!"Todos corrieron hacia el árbol más alto del parque y buscaron detrás de él.
Allí encontraron la siguiente pista:"Pista número dos: ¡Sigan el camino de las hojas rojas hasta llegar al río!"Los niños siguieron emocionados el camino de las hojas rojas que caían del árbol y los llevaron hasta un hermoso río cercano. Allí, encontraron la tercera pista:"Pista número tres: ¡Busquen bajo el puente del río!"Todos corrieron hacia el puente y buscaban debajo de él.
Finalmente, encontraron una pequeña caja escondida entre las piedras. María abrió la caja con cuidado y dentro había un montón de monedas brillantes. Los niños estaban maravillados por haber encontrado el tesoro.
Pero María les explicó que el verdadero tesoro no era el dinero, sino lo que habían aprendido durante esa aventura. Habían trabajado en equipo, seguido instrucciones y explorado su entorno natural. Los niños entendieron lo importante que era trabajar juntos y aprender nuevas cosas mientras se divertían.
Agradecieron a María por organizar esa increíble excursión y prometieron seguir explorando y aprendiendo cada día. Desde aquel día, María se convirtió en la profe favorita de todos sus alumnos.
Juntos, continuaron descubriendo tesoros ocultos en cada nueva experiencia educativa que emprendían. Y así, María demostró a sus alumnos que aprender puede ser tan emocionante como encontrar un tesoro escondido en medio del parque.
FIN.