El tesoro del río



Había una vez, en un pequeño pueblo a orillas de un río, tres niños llamados Martín, Sofía y Lucas. Eran grandes amigos y siempre estaban buscando nuevas aventuras para vivir juntos.

Un día, mientras exploraban el río, vieron algo brillante nadando entre las piedras. ¡Era un pez dorado! Sin pensarlo dos veces, los niños decidieron atraparlo y llevarlo a casa como mascota. Lo colocaron en un cubo con agua y lo nombraron Dorito.

Pero pronto se dieron cuenta de que Dorito no estaba feliz en su nuevo hogar improvisado. Parecía triste y aburrido nadando en círculos dentro del cubo. Los niños sabían que tenían que hacer algo al respecto.

"¡Chicos, tenemos que encontrar un lugar mejor para Dorito!"- dijo Martín con determinación. Los tres amigos se pusieron sus trajes de baño y se adentraron en el río junto con Dorito en busca del lugar perfecto para él.

Mientras navegaban por las aguas cristalinas, descubrieron una cascada escondida detrás de unos arbustos. "¡Miren eso!"- exclamó Sofía emocionada. "Creo que encontramos el lugar ideal para Dorito". Sin perder tiempo, los niños construyeron una pequeña pecera utilizando ramas y hojas.

Colocaron a Dorito allí y lo dejaron disfrutar de su nueva casa bajo la cascada. Dorito parecía estar mucho más feliz ahora. Nadaba libremente entre las plantas acuáticas mientras los rayos del sol reflejaban destellos dorados sobre su piel escamosa.

"¿Creen que Dorito esté feliz ahora?"- preguntó Lucas. "Estoy seguro de que sí"- respondió Martín con una sonrisa. "Pero también necesitamos asegurarnos de que esté a salvo". Los niños decidieron formar un equipo para proteger a Dorito.

Cada día, uno de ellos se encargaría de visitarlo y alimentarlo. Además, construyeron un pequeño letrero que decía: "¡No molestar al pez dorado!" y lo colocaron cerca de la cascada para advertir a los demás sobre su nueva mascota.

Pasaron los días y los niños notaron que cada vez más personas respetaban el espacio de Dorito. Algunos incluso dejaban migajas de pan para alimentarlo cuando no estaban allí.

Un día, mientras Sofía estaba cuidando a Dorito, vio algo extraño en el agua. ¡Eran otros peces dorados! Parecían haber encontrado el refugio perfecto bajo la cascada también. Sofía llamó emocionada a sus amigos y juntos observaron cómo los nuevos peces nadaban junto a Dorito.

Los niños se dieron cuenta de lo importante que era proteger este lugar especial para todos ellos. Decidieron organizar una limpieza del río junto con otros niños del pueblo.

Todos juntos recogieron basura y escombros del agua, convirtiéndolo en un lugar aún más hermoso para los peces dorados y otras criaturas marinas. Desde ese día, el río se convirtió en un lugar lleno de vida y alegría.

Los niños continuaron visitando a Dorito regularmente e invitaban a otros a hacerlo también, siempre recordando respetar su espacio y cuidar del río. Y así, Martín, Sofía y Lucas aprendieron la importancia de cuidar y respetar a los animales y el medio ambiente.

Su amistad se fortaleció aún más mientras compartían esta gran aventura con Dorito en el río.

FIN.

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