El tesoro del río azul



En un pequeño pueblo rodeado de verdes montañas vivía Manu, un niño curioso y aventurero de 7 años. Un día, mientras jugaba en el bosque, escuchó un rumor intrigante: el río azul escondía un tesoro maravilloso. Sin pensarlo dos veces, Manu decidió emprender una emocionante expedición para descubrirlo.

Armado con su mochila y su botella de agua, Manu se adentró en el frondoso bosque. El sol brillaba en lo alto, y el aire fresco le devolvía el aliento. Tras caminar un buen trecho, llegó al río azul, cuyas aguas relucían como zafiros bajo la luz del sol.

—¡Guau! ¡Qué hermoso! —exclamó Manu, sorprendido por la belleza del río.

Se acercó al borde y, de repente, escuchó un susurro proveniente del agua cristalina.

—¡Hola, soy Aqua, el espíritu del río! —dijo una voz suave.

Manu parpadeó sorprendido y respondió:

—¡Hola, Aqua! ¿Quién eres?

—Soy el guardián del río azul y vengo a advertirte de algo muy importante, Manu. El agua es un tesoro invaluable. Sin ella, la vida no sería posible. Es fundamental cuidarla y protegerla en todo momento.—explicó Aqua con solemnidad.

—Entiendo, Aqua. Prometo cuidar el agua con amor y responsabilidad —dijo Manu con determinación.

Aqua sonrió y de repente, el río cobró vida, formando un puente de agua que llevó a Manu a un lugar mágico. Allí, descubrió plantas y animales que dependían del agua para sobrevivir. Había árboles frondosos, flores de mil colores y pajaritos cantarines.

En ese momento, Manu comprendió la importancia del agua. Sin ella, aquel magnífico paisaje no existiría. Decidió regresar al pueblo y compartir su experiencia con todos. Convenció a los habitantes de implementar acciones para cuidar el agua, como cerrar la canilla al lavarse los dientes, arreglar las pérdidas de agua en las casas y no malgastarla.

El pueblo se unió en una gran celebración, agradeciendo a Manu por su valentía y enseñanzas. El río azul brillaba más que nunca, agradecido por el amor y cuidado que ahora le brindaban.

Desde aquel día, Manu supo que el agua era un tesoro invaluable y que debía protegerla siempre. Y así, el río azul continuó fluyendo, llevando vida y alegría a todo el pueblo.

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FIN.

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