El tesoro del saber animal
Había una vez en la selva un simpático mono llamado Mono y una valiente tigresa llamada Tigri. Ambos eran grandes amigos y siempre estaban listos para vivir nuevas aventuras juntos.
Un día, mientras exploraban la selva, encontraron un antiguo mapa que parecía llevarlos a un gran tesoro escondido. Emocionados por la idea de descubrir algo nuevo, decidieron seguir el mapa y ver qué les esperaba. Después de horas de caminata, llegaron a una cueva oscura y misteriosa.
Sin pensarlo dos veces, se adentraron en ella con valentía. Pero lo que no sabían era que dentro de la cueva había muchos desafíos que debían superar para llegar al tesoro.
El primer desafío era cruzar un río lleno de cocodrilos hambrientos. Mono tuvo una idea brillante: agarró unas ramas largas y las usó como palancas para saltar sobre los cocodrilos sin tocar el agua peligrosa. Juntos lograron superar el primer obstáculo.
Al salir del río, se encontraron con un camino lleno de trampas mortales. Cada paso podía ser su último. Tigri utilizó su astucia felina para detectar las trampas ocultas y guiar a Mono a través del camino seguro.
Finalmente, llegaron a una enorme sala llena de estatuas antiguas y polvorientas.
En medio de esa sala había un altar donde reposaba el tesoro que tanto habían buscado: ¡un libro antiguo con información sobre los animales! Mono abrió el libro emocionado y comenzó a leer en voz alta: "Los animales se clasifican según su esqueleto en vertebrados e invertebrados. Los vertebrados tienen un esqueleto interno formado por huesos, mientras que los invertebrados no tienen huesos y su cuerpo está formado por otras estructuras".
Tigri y Mono estaban fascinados con la información que habían descubierto. Ahora sabían cómo se clasificaban los animales según su esqueleto. Pero antes de celebrar, notaron algo más en el libro: una última prueba.
La prueba consistía en resolver un acertijo para abrir la puerta de salida de la cueva. El acertijo decía: "Soy el animal más grande del mundo, pero no tengo huesos ni esqueleto.
¿Quién soy?"Mono y Tigri pensaron durante mucho tiempo hasta que finalmente llegaron a la respuesta correcta: ¡la ballena! Sin perder tiempo, gritaron emocionados "¡Ballena!" y la puerta se abrió mágicamente.
Al salir de la cueva, Mono y Tigri se dieron cuenta de que el verdadero tesoro que habían encontrado era todo el conocimiento adquirido durante su aventura educativa. Ahora podrían compartirlo con otros animales de la selva. Desde ese día, Mono y Tigri se convirtieron en maestros increíbles para todos los animales de la selva.
Les enseñaron sobre la clasificación de los animales según su esqueleto y juntos descubrieron muchas cosas maravillosas sobre el mundo natural que los rodeaba.
Y así, gracias a su valentía y amistad, Mono y Tigri vivieron felices compartiendo sus conocimientos y aventuras con todos los animales de la selva.
FIN.