El tesoro del sol



Había una vez una familia de cinco integrantes: papá, mamá, Martina, Juan y Sofía, que adoraban disfrutar del sol y del aire libre.

Los padres siempre se preocupaban por enseñar a sus hijos la importancia de protegerse de los rayos del sol para mantener su piel sana. Cada vez que salían a practicar deportes al aire libre o a la playa en vacaciones, la familia se aseguraba de llevar consigo todo lo necesario para protegerse del sol.

-Padres: "Chicos, recuerden aplicarse protector solar antes de salir al sol. Es muy importante proteger nuestra piel", decían siempre. Los niños, obedientes, se aplicaban el protector solar y se abrochaban sus sombreros y lentes antes de salir a jugar.

Una vez en la playa, la mamá les recordaba: -Mamá: "Recuerden volver a aplicarse el protector solar cada dos horas, y no se olviden de usar sus remeras y gorras para evitar quemaduras".

Los días pasaban y los niños seguían divirtiéndose mientras cuidaban su piel. Un día, mientras excavan en la arena, los niños tropezaron con algo brillante. Era un cofre pequeño y dorado. -Juan: "¡Miren lo que encontramos!" - exclamó emocionado.

Dentro del cofre encontraron una nota que decía: "El tesoro más valioso es cuidar de ti mismo". Los niños miraron a sus padres, quienes les sonrieron y dijeron: -Papá: "El sol y nuestro cuidado son el verdadero tesoro.

Protegernos del sol nos mantiene sanos y felices, y eso es lo más valioso que podemos tener". Los niños comprendieron la importancia de cuidar su piel y agradecieron a sus padres por enseñarles a protegerse del sol.

Desde ese día, siempre recordaron aplicarse protector solar y usar su ropa y accesorios para protegerse del sol, convirtiendo cada momento bajo el sol en una aventura segura y divertida.

FIN.

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