El Tesoro del Trabajo en Equipo



Había una vez en un pequeño colegio de Buenos Aires, un niño llamado Lucas. Lucas era muy inquieto y siempre quería ser el centro de atención en su clase de 4 años.

Siempre buscaba ser el primero en todo y se enfadaba mucho si no lo lograba. Un día, la maestra, la señorita Ana, decidió hacer una actividad especial para enseñarles a los niños sobre la importancia de trabajar en equipo.

Les explicó que cada uno tenía habilidades diferentes y que todos eran importantes para lograr cosas maravillosas juntos. "Hoy vamos a hacer un concurso para ver quién puede construir la torre más alta con bloques", anunció la señorita Ana emocionada.

Los ojitos de Lucas se iluminaron al instante. Sabía que esta era su oportunidad perfecta para destacarse y ser el protagonista. Rápidamente se adelantó a sus compañeros y empezó a apilar los bloques sin darles oportunidad a los demás.

"¡Miren cómo construyo mi torre! ¡Será la más alta!" exclamaba Lucas mientras empujaba a sus compañeros fuera del camino. Pero algo inesperado ocurrió.

Mientras Lucas estaba obsesionado con su propia torre, sus compañeros comenzaron a trabajar juntos construyendo otra torre aún más grande y hermosa. La señorita Ana notó lo que estaba pasando e intervino:"Lucas, es importante aprender a trabajar en equipo. No siempre podemos ser los primeros o tener todas las atenciones solo para nosotros.

"Lucas miró sorprendido hacia donde estaban sus compañeros trabajando juntos, mientras él había estado tan concentrado en sí mismo. Se sintió triste y arrepentido por su actitud egoísta.

La señorita Ana decidió darle una segunda oportunidad a Lucas para que aprendiera la lección de trabajar en equipo. Les propuso a todos los niños construir una torre gigante juntos, donde cada uno colocaría un bloque. Lucas se acercó con timidez y colocó su bloque en la base de la torre.

Poco a poco, cada niño fue añadiendo su bloque, creando una estructura estable y hermosa. Al finalizar, todos los niños se miraron orgullosos de lo que habían logrado juntos.

Lucas se dio cuenta de que no necesitaba ser el protagonista todo el tiempo para ser feliz, sino que era mucho más gratificante trabajar en equipo y compartir con sus compañeros. A partir de ese día, Lucas cambió su actitud y empezó a disfrutar más de las actividades en grupo.

Aprendió a gestionar sus enfados sin agredir a sus compañeros y descubrió que cuando trabajaban juntos podían lograr cosas increíbles. Con el tiempo, Lucas se convirtió en un líder positivo dentro del salón de clases.

Aprendió a valorar las habilidades individuales de cada uno de sus compañeros y siempre buscaba formas creativas de incluirlos en todas las actividades. Y así, Lucas aprendió la importancia del trabajo en equipo y descubrió que ser el protagonista no siempre es lo más importante.

Lo verdaderamente valioso está en compartir, colaborar y hacer amigos mientras crecemos juntos. Y colorín colorado, esta historia ha terminado pero el aprendizaje ha comenzado!

FIN.

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