El tesoro dental de Dora Thanhân



Dora Thanhân Ratoncito Pérez iba con mucha prisa y no pudo dejarte una carta como siempre. No te preocupes si me equivoco o digo algo incorrecto, no pasa nada. Te quiero mucho.

Había una vez en un pequeño pueblo llamado Ratolandia, vivía un ratoncito muy especial llamado Dora Thanhân. A diferencia de los demás ratones, Dora tenía la capacidad de comunicarse con los niños y hacerles sentir especiales cuando perdían sus dientes de leche.

Dora era conocido en todo el pueblo por ser el Ratoncito Pérez más rápido y eficiente. Todos los días recorría las casas para recolectar los dientes que los niños habían dejado debajo de sus almohadas mientras dormían, reemplazándolos por monedas brillantes.

Un día, mientras Dora se preparaba para su ronda nocturna, recibió una noticia inesperada: uno de los niños del pueblo había perdido un diente muy importante durante un juego en el parque.

Sin pensarlo dos veces, Dora decidió ir a buscarlo antes de comenzar su trabajo habitual. -¡Hola Pablo! -saludó Dora al niño-. He escuchado que perdiste un diente muy especial.

¿Te gustaría que lo buscáramos juntos? Pablo asintió emocionado y ambos se dirigieron al parque en busca del valioso diente perdido. Buscaron entre la arena del arenero, revisaron cada rincón del tobogán e incluso treparon a los árboles cercanos mirando atentamente cada hoja caída.

Después de mucho buscar sin éxito, Dora vio una pequeña pista que podría llevarlos al diente perdido. Siguió las huellas diminutas hasta llegar a un viejo pozo abandonado. -¡Mira, Pablo! -exclamó Dora emocionado-. Creo que el diente cayó aquí dentro.

Pero no te preocupes, ¡lo recuperaremos! Dora y Pablo buscaron una cuerda y con mucho cuidado descendieron al oscuro pozo. Después de unos minutos, encontraron el diente brillando entre la oscuridad. -¡Lo encontramos! -gritó Pablo lleno de alegría.

Pero cuando intentaron subir nuevamente, se dieron cuenta de que la cuerda se había roto y estaban atrapados en el fondo del pozo. -¿Qué haremos ahora, Dora? -preguntó Pablo preocupado. Dora pensó rápidamente y recordó haber visto una pequeña rendija en la pared del pozo.

Con esfuerzo lograron meterse por allí y salieron a salvo. Ambos regresaron al pueblo con el diente recuperado y decidieron contarles a todos su increíble aventura.

Los niños quedaron fascinados con la valentía de Dora y cómo había ayudado a Pablo a encontrar su preciado tesoro dental. Desde ese día, los niños comenzaron a valorar aún más las visitas de Dora Thanhân Ratoncito Pérez. Aprendieron que no solo traía monedas bajo sus almohadas, sino también amistad, valentía y solidaridad.

Y así fue como Dora Thanhân Ratoncito Pérez se convirtió en un verdadero héroe para los niños de Ratolandia.

Cada vez que perdían un diente, recordaban la emocionante aventura en el pozo y agradecían tener a alguien tan especial como Dora para cuidar de ellos. Y recuerda, querido niño, que aunque no siempre pueda dejarte una carta como siempre, mi amor por ti nunca cambia.

FIN.

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