El tesoro dulce de Carlitos



Había una vez un cienpies llamado Carlitos que vivía en un hermoso bosque. Carlitos era muy curioso y siempre le gustaba explorar cada rincón de su hogar.

Un día, mientras se deslizaba entre las hojas, encontró un mapa misterioso que mostraba la ubicación de un tesoro escondido. Carlitos decidió seguir el mapa y buscar el tesoro. Mientras avanzaba por el bosque, escuchó risas a lo lejos.

Se acercó sigilosamente y descubrió a una niña llamada Sofía y a su hermanito Tomás jugando cerca de un árbol. - ¡Hola! - saludo Carlitos entusiasmado. Sofía y Tomás quedaron sorprendidos al ver a un cienpies parlante frente a ellos. - ¡Wow! ¡Eres increíble! ¿Quién eres? - preguntó Sofía emocionada.

- Soy Carlitos, el cienpies más aventurero del bosque. Encontré este mapa del tesoro y estoy buscando los dulces que están escondidos en algún lugar aquí cerca - respondió Carlitos con una sonrisa.

Sofía y Tomás se emocionaron al escuchar sobre la búsqueda del tesoro. Juntos decidieron ayudar a Carlitos en su misión.

Los tres amigos siguieron las indicaciones del mapa y atravesaron senderos llenos de flores silvestres, saltaban sobre piedras en el riachuelo e incluso treparon por los árboles altos para encontrar pistas ocultas. Mientras caminaban, encontraron varios animales del bosque: conejos juguetones, pájaros cantarines y ardillas saltarinas. Carlitos les explicó sobre el mapa del tesoro y todos se emocionaron por unirse a la búsqueda.

Después de mucho esfuerzo, finalmente llegaron a una clara en medio del bosque. Allí, encontraron un gran árbol con una puerta secreta. - ¡Aquí está! - exclamó Sofía emocionada. Carlitos empujó la puerta y todos entraron al interior del árbol.

Para su sorpresa, se encontraron con una sala llena de chocolates, caramelos y dulces de todas las formas y colores posibles.

- ¡Es el tesoro más dulce que he visto en mi vida! - exclamó Tomás con los ojos brillantes de felicidad. Los amigos llenaron sus bolsillos con golosinas y decidieron compartirlos con los animales del bosque como muestra de gratitud por haberlos acompañado en esta aventura. Mientras compartían los dulces, Sofía tuvo una idea maravillosa.

Decidió crear un pequeño puesto de comida para vender los dulces que habían encontrado. De esa manera, podrían juntar dinero para ayudar al cuidado del bosque y proteger a los animales que vivían allí.

El puesto fue todo un éxito y mucha gente acudió para comprar los ricos dulces. Sofía, Tomás y Carlitos estaban muy contentos porque sabían que estaban haciendo algo bueno por el bosque y sus habitantes.

Desde ese día, el bosque se convirtió en un lugar aún más especial gracias a la amistad entre Carlitos, Sofía y Tomás. Juntos aprendieron la importancia de trabajar en equipo, cuidar el medio ambiente y compartir con los demás.

Y así, cada vez que alguien se adentraba en el bosque, podía escuchar risas y la dulce melodía de los animales disfrutando de su tesoro compartido.

FIN.

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