El Tesoro Dulce del Castillo de Chocolate



Érase una vez en un reino encantado donde las calles estaban pavimentadas con caramelo y los árboles daban chupetines de colores.

En este mágico lugar, había un castillo hecho completamente de chocolate, con torres de malvaviscos y ventanas de azúcar. Un día, tres valientes niños llamados Martina, Juan y Sofía decidieron explorar el castillo encantado que se erguía en lo alto de la colina.

Al entrar, se encontraron con el Guardián del Castillo, una enorme criatura hecha de algodón de azúcar que les dijo:"- ¡Bienvenidos al Castillo Dulce! Para llegar al tesoro escondido al final del pasillo principal, deberán superar cada desafío dulce en las habitaciones. "Los niños asintieron emocionados y comenzaron su aventura.

En la primera habitación se enfrentaron a un grupo de gomitas vivientes que lanzaban malvaviscos como si fueran bolas de nieve. Con astucia y trabajo en equipo, lograron esquivar los proyectiles y avanzar hacia la siguiente sala.

En la segunda habitación, se encontraron con un acertijo delicioso: un rompecabezas gigante hecho con piezas de chocolate blanco y negro.

Martina era experta en resolver puzzles, así que rápidamente colocó cada pieza en su lugar correcto hasta formar una imagen de un arcoíris hecho de caramelos brillantes. Al avanzar por los pasillos llenos de confites brillantes llegaron a la tercera habitación donde fueron recibidos por unas hadas hechas completamente de merengue.

Las hadas les dijeron:"- Para demostrar su valentía deben encontrar la llave dorada escondida entre las flores azucaradas del jardín mágico. "Los niños buscaron entre las flores dulces hasta que Juan descubrió la llave dorada debajo de una rosa hecha completamente de turrón.

Con la llave en mano, abrieron la puerta hacia la última sala donde el tesoro esperaba. Al adentrarse en la última habitación vieron ante ellos una montaña gigante hecha enteramente de helado multicolor coronada por caramelos brillantes.

Sin embargo, para alcanzar el tesoro debían escalarla antes de que el tiempo se acabara. Con determinación y coraje, los tres niños comenzaron a escalar la montaña helada mientras el reloj marcaba los segundos restantes.

Justo cuando parecía que no llegarían a tiempo, Sofía tuvo una idea brillante: usar barras crujientes como piolets para facilitar su ascenso. Finalmente llegaron a la cima justo cuando el último segundo del reloj se agotaba.

El tesoro apareció frente a ellos: una fuente interminable de chocolates finos bañados en oro líquido resplandeciente. El Guardián del Castillo felicitó a los valientes niños por haber completado todos los desafíos dulces y les dijo:"- Han demostrado ser verdaderos héroes dignos del tesoro más preciado del Castillo Dulce.

"Martina, Juan y Sofía celebraron juntos su victoria mientras disfrutaban jubilosamente del sabor exquisito del premio ganado gracias a su ingenio y trabajo en equipo. Y así concluyó esta inolvidable aventura llena de magia y dulzura en el maravilloso Reino Encantado.

FIN.

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