El tesoro escondido


Andrés y sus amigos estaban disfrutando de una tarde soleada jugando al fútbol en el parque. El balón iba y venía entre risas y gritos de emoción.

De repente, Andrés pateó la pelota con tanta fuerza que salió disparada hacia unos arbustos cercanos. - ¡Voy a buscarla! - exclamó Andrés mientras se dirigía hacia los arbustos.

Al buscar la pelota entre las ramas, algo llamó su atención: ¡un papel doblado y amarillento! Lo desplegó lentamente para descubrir un mapa del tesoro con instrucciones detalladas sobre cómo llegar al tesoro escondido. - Chicos, miren lo que encontré -gritó Andrés emocionado mientras mostraba el mapa a sus amigos.

Los ojos de sus amigos se abrieron como platos al ver el tesoro marcado en el mapa. Decidieron seguir las indicaciones y emprender la búsqueda juntos. Caminaron por el sendero que indicaba el mapa, sorteando obstáculos y resolviendo acertijos que los llevaban más cerca del ansiado tesoro.

- ¡Estamos cerca chicos, sigamos adelante! -decía Andrés con entusiasmo. Finalmente llegaron a un claro en medio del bosque donde encontraron una vieja caja enterrada. Con manos temblorosas, levantaron la tapa y descubrieron monedas de oro relucientes y piedras preciosas centelleantes.

- ¡Lo logramos! ¡Encontramos el tesoro! -exclamaron todos juntos en jubilosa celebración. Pero justo cuando estaban a punto de repartir el tesoro entre ellos, escucharon un ruido proveniente de los arbustos.

Para su sorpresa, apareció un anciano sabio que les dijo:- Felicidades por haber encontrado este tesoro perdido. Sin embargo, recuerden que la verdadera riqueza está en la amistad y en compartir momentos especiales como este juntos.

Los niños reflexionaron sobre las palabras del anciano sabio y decidieron dejar parte del tesoro escondido nuevamente para que otros también tuvieran la oportunidad de vivir una aventura similar algún día.

Desde ese día, Andrés y sus amigos valoraron aún más su amistad y aprendieron que las experiencias compartidas valen mucho más que cualquier tesoro material. Y cada vez que jugaban al fútbol en el parque, recordaban aquella emocionante búsqueda del tesoro que los había unido aún más como amigos inseparables.

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