El Tesoro Escondido de Don Ramón



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, vivía un campesino llamado Don Ramón. Tenía un gran sueño: encontrar una huaca, un antiguo tesoro escondido por sus antepasados, para hacerse millonario y ayudar a su comunidad. Desde hacía años buscaba pistas en su terreno, el cual labraba con mucho esfuerzo.

Un día, mientras cavaba en su campo, encontró un viejo mapa que prometía llevarlo a la huaca.

"¡Eureka! ¡Finalmente, tengo una pista!" - exclamó emocionado Don Ramón, mostrando el mapa a su amiga la vaca Lola, quien lo miraba con más curiosidad que otra cosa.

Pero en el pueblo había un grupo de personas que no tenía buenas intenciones. Se llamaban Los Cazadores de Tesoros y habían escuchado a Don Ramón hablando sobre su búsqueda.

"Cuando encuentre la huaca, lo despojaremos de todo su oro" - murmulló uno de ellos, un tal Tómas, a sus cómplices.

Don Ramón no lo sabía, pero el peligro acechaba. Decidido, continuó su búsqueda, siguiendo las pistas del mapa que lo llevó a un profundo bosque, lleno de peligros.

Un día, mientras caminaba entre los árboles, escuchó voces. Se escondió detrás de un arbusto y vio a Los Cazadores planeando su estrategia.

"¡No puedo permitir que me roben!" - pensó Don Ramón con determinación. Tuvo una idea brillante. Decidió que tenía que ser más astuto que ellos.

Don Ramón empezó a buscar falsos tesoros en lugares cercanos, escondiendo algunas piedras brillantes y objetos que parecieran oro. Así, cuando los cazadores intentaran seguirlo, caerían en su trampa.

Los Cazadores comenzaron a seguirlo, pensando que estaban al borde de un gran hallazgo.

"Mirá, ¡ahí hay algo brillante!" - gritó Tómas, emocionado mientras señalaba las piedras.

Don Ramón se escondió para no ser visto, pero se dio cuenta de que se estaba alejando del verdadero camino hacia la huaca. Sin perder la fe, dirigió sus pasos hacia su siguiente pista.

Mientras tanto, los Cazadores se distrajeron demasiados buscando sus “tesoros falsos”. Cuando ya pensaban que Don Ramón estaba perdido, él encontró la huaca escondida bajo un viejo árbol.

"¡Lo logré!" - gritó, saltando de alegría. Pero justo cuando estaba por sacar el oro, escuchó pasos detrás de él. Eran Los Cazadores.

"¡Alto ahí, campesino!" - dijo Tómas, que había encontrado el camino.

"¿Qué hacen aquí?" - preguntó Don Ramón, temiendo lo peor.

Entonces, recordó lo que había aprendido de su abuelo sobre la importancia de la comunidad y la sabiduría.

"¿Saben qué?" - dijo Don Ramón, con voz firme. "El oro no es solo para mí, es para ayudar a todos en el pueblo. Si me roban, todos perderemos. Por favor, piensen en sus familias y en lo que realmente vale en la vida."

Los Cazadores se miraron entre sí, dudando.

"Pero no tenemos nada para vivir..." - dijo uno, con voz titubeante.

"Si me ayudan a sacar el tesoro, podemos compartirlo y mejorar nuestras vidas juntos." - les ofreció Don Ramón, recordándoles que siempre puede haber otra manera.

Los Cazadores, aún desconfiados, decidieron arriesgarse. Juntos, sacaron el oro y decidieron repartirlo. Con el tiempo, formaron una cooperativa, plantaron cultivos en vez de robar y ayudaron a cada familia del pueblo.

Al final, Don Ramón comprendió que la verdadera riqueza no solo provenía del oro, sino de la unidad y la amistad. Todos vivieron felices y prosperaron como comunidad.

Y así, el sueño de Don Ramón se hizo realidad, pero no solo su sueño, sino también los de todos los que lo rodeaban.

FIN.

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