El tesoro escondido de Paola
Había una vez en un pequeño pueblo al pie de la montaña, una niña llamada Paola. Paola era conocida por ser muy valiente y aventurera, pero tenía un gran temor: las ratas.
Le bastaba con ver una para salir corriendo gritando y pidiendo ayuda. Un día, Paola escuchó a unos ancianos del pueblo hablar sobre una cueva misteriosa que se encontraba en lo alto de la montaña.
Decían que dentro de la cueva había un tesoro escondido desde hace muchos años. A pesar de su miedo a las ratas, la curiosidad y el deseo de encontrar ese tesoro despertaron en Paola un valor que desconocía.
Decidida a enfrentar su mayor temor, Paola se preparó con linterna, cuerdas y algo de comida para emprender su aventura hacia la cueva. El camino hasta allí era empinado y peligroso, pero ella estaba decidida a llegar hasta el final.
Al entrar en la oscura cueva, los sonidos extraños le ponían los pelos de punta. "-¡No puedo retroceder ahora! Debo seguir adelante", se repetía Paola para darse ánimos a sí misma.
Avanzó con cuidado entre las rocas y pasadizos estrechos hasta llegar a una sala iluminada por destellos dorados. En el centro de aquella sala había un cofre antiguo cubierto de polvo y telarañas. Con manos temblorosas, Paola abrió el cofre y quedó maravillada al ver brillantes piedras preciosas y monedas antiguas reluciendo ante sus ojos.
Era el tesoro que tanto habían mencionado los ancianos del pueblo.
La emoción invadió el corazón de Paola al darse cuenta de que había superado su miedo a las ratas para descubrir algo tan valioso e inesperado en aquella cueva misteriosa. "-¡Lo logré! ¡Encontré el tesoro!", exclamaba emocionada mientras recogía algunas gemas como recuerdo de su hazaña.
Con el tesoro en sus manos, Paola regresó triunfante al pueblo donde fue recibida como una heroína por haberse atrevido a explorar la cueva prohibida. Desde aquel día, ya no volvió a temerle a las ratas ni a ninguna otra cosa que pudiera interponerse en su camino hacia nuevas aventuras.
Y así, con valentía y determinación, Paola demostró que enfrentar nuestros miedos puede llevarnos a descubrir tesoros invaluables tanto dentro como fuera de nosotros mismos.
FIN.