El tesoro escondido de Quehue



En un pueblo llamado Quehue vivía Esteban, un niño curioso y lleno de energía, junto a su madre Felícitas, a quien todos conocían como 'Felicha'. En Quehue, las tierras eran áridas y el agua escaseaba, lo que conllevaba a que los animales se estuvieran muriendo poco a poco. Por eso, Esteban y su madre decidieron buscar una solución.

Un día, mientras Esteban jugaba cerca del río seco, encontró un viejo mapa polvoriento bajo una piedra. Emocionado, corrió a mostrarlo a su madre. '¡Mamá, mira lo que encontré! Es un mapa, tal vez nos lleve a un lugar con agua', exclamó Esteban, con los ojos brillantes de esperanza.

Felicha observó el mapa con detenimiento y recordó una vieja leyenda de Quehue que hablaba de un tesoro escondido en las profundidades de las montañas, un tesoro que podría traer de vuelta el agua al pueblo. Decidida a encontrarlo, tomó la mano de Esteban y juntos partieron en busca de pistas que los llevaran al tesoro.

Durante su travesía, se encontraron con diversos desafíos que probaron su determinación y valentía. Cruzaron un bosque espeso, escalaron montañas agotadoras y sortearon peligrosos desfiladeros. En cada paso, madre e hijo se apoyaban mutuamente, fortaleciendo su vínculo y su confianza.

Finalmente, llegaron al punto marcado en el mapa: una majestuosa cascada oculta entre las montañas. Allí, encontraron una roca con extrañas inscripciones que parecían señalar el camino hacia el tesoro. Siguiendo las indicaciones, excavaron bajo la roca y, para su asombro, descubrieron un manantial cristalino que fluía abundantemente.

El pueblo de Quehue se llenó de alegría al ver el agua retornar, y Esteban y Felicha fueron recibidos como héroes. Con el tesoro encontrado, lograron construir sistemas de riego y abastecimiento de agua para el pueblo, asegurando su prosperidad y bienestar en el futuro.

Desde ese día, Esteban y Felicha se convirtieron en un testimonio de que la perseverancia y el trabajo en equipo pueden superar cualquier adversidad. Su valentía y determinación inspiraron a todos en Quehue, recordándoles que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay un tesoro escondido esperando a ser descubierto.

FIN.

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