El tesoro esmeraldeño



Había una vez en la hermosa provincia de Esmeraldas, ubicada en la costa ecuatoriana, un grupo de niños afroecuatorianos llamados Mateo, Valentina y Sofia. Ellos vivían en una pequeña comunidad rodeada de selva y playas paradisíacas.

Un día, mientras exploraban el bosque cerca de su casa, encontraron un mapa antiguo que mostraba la ubicación de un tesoro escondido. Emocionados por la idea de encontrar algo valioso, decidieron seguir el mapa y buscar ese misterioso tesoro.

"¡Vamos chicos! ¡Tenemos que descubrir qué hay en ese lugar!"- exclamó Mateo emocionado. Juntos se adentraron en la densa selva tropical con entusiasmo y curiosidad.

Mientras caminaban entre los árboles gigantes y escuchaban los sonidos exóticos de los animales, aprendieron sobre la increíble biodiversidad que se encontraba a su alrededor. "¡Miren esos monos jugando en las ramas!"- señaló Valentina mientras apuntaba hacia lo alto del árbol más cercano. "Y mira allá abajo, esa serpiente tan colorida"- agregó Sofia con asombro.

Cada paso que daban les permitía descubrir nuevas especies fascinantes: aves multicolores volando libremente, mariposas brillantes revoloteando entre las flores y ranas saltarinas escondidas entre las hojas caídas.

Después de mucho caminar siguiendo el mapa antiguo, llegaron a una cueva oculta detrás de una cascada. Con cautela entraron al oscuro lugar y allí encontraron el tesoro. Pero no era un cofre lleno de monedas de oro, sino algo mucho más valioso.

Dentro de la cueva había una colección de libros antiguos que hablaban sobre la historia y cultura afroecuatoriana. Estos libros contaban historias sobre sus ancestros, sus tradiciones y la importancia de preservar su identidad cultural.

"¡Esto es maravilloso! Ahora podemos aprender más sobre nuestras raíces"- exclamó Valentina emocionada. Los niños decidieron llevar los libros a su comunidad para compartir el conocimiento con todos los demás niños y adultos.

Organizaron una feria cultural donde mostraron danzas típicas, música tradicional y compartieron las historias que habían aprendido en los libros. La comunidad se sintió orgullosa al descubrir todo lo que habían estado olvidando y prometieron cuidar y valorar su cultura afroecuatoriana.

A partir de ese día, empezaron a enseñar a las nuevas generaciones sobre la riqueza cultural y la biodiversidad que rodeaba a Esmeraldas.

Mateo, Valentina y Sofia se convirtieron en héroes locales por haber encontrado aquellos tesoros ocultos: no solo el tesoro físico dentro de la cueva, sino también el tesoro intangible de su cultura ancestral. Desde entonces, cada año celebraban una fiesta llamada "El Día del Tesoro Afroecuatoriano", donde recordaban lo importante que era proteger tanto su biodiversidad como su herencia cultural.

Los niños aprendieron que no necesitaban buscar lejos para encontrar tesoros valiosos; simplemente tenían que mirar a su alrededor y valorar lo que tenían.

Y así, la historia de Mateo, Valentina y Sofia se convirtió en un legado para las futuras generaciones de Esmeraldas, recordándoles siempre la importancia de su biodiversidad y cultura afroecuatoriana.

FIN.

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