El Tesoro Interior



Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una casa hermosa en la que vivía una familia muy feliz.

En esa casa, había un perro llamado Bolita de pelo, quien era el mejor amigo de los niños de la familia. Un día, mientras paseaban por el campo, Bolita de pelo encontró una lapislázuli brillante en el suelo. La recogió con mucho cuidado y se la llevó a los niños para mostrarles su hallazgo.

- ¡Miren lo que encontré! - dijo Bolita de pelo emocionado - ¿Saben qué es esto? Los niños no sabían qué era esa piedra azul tan bonita, pero decidieron investigar juntos para descubrirlo.

Así fue como llegaron a la fuente del pueblo donde estaba sentada una anciana sabia que conocía todo sobre las piedras preciosas. Los niños le preguntaron acerca de la lapislázuli y ella les explicó cómo era formada y cuál era su valor.

- Esta piedra representa la verdad y te ayuda a encontrarla dentro tuyo - dijo la anciana sabia mientras les mostraba un collar hecho con lapislázulis - Si alguna vez te sientes perdido o confundido, solo tienes que cerrar los ojos y pensar en lo que realmente quieres saber.

La respuesta vendrá sola. Los niños quedaron maravillados con las enseñanzas de la anciana sabia y decidieron llevarse algunas piedras para hacer sus propios collares.

Esa noche antes de dormir, Bolita de pelo se durmió pensando en lo aprendido durante el día. Y así fue como tuvo un sueño mágico en el que se encontraba perdido en un bosque oscuro.

Pero recordando las palabras de la anciana sabia, cerró los ojos y pensó en lo que realmente quería saber: cómo encontrar el camino de vuelta a casa. De repente, una luz brillante iluminó su camino y pudo regresar a casa sano y salvo.

Al despertar, Bolita de pelo entendió que la lapislázuli no solo era una piedra bonita, sino también una herramienta poderosa para encontrar la verdad dentro uno mismo. Desde ese día, Bolita de pelo llevaba siempre consigo su collar de lapislázulis como recordatorio del valor de buscar la verdad.

Y cada vez que se sentía confundido o perdido, simplemente cerraba los ojos y dejaba que la respuesta llegara a él. Así termina esta historia sobre aprender a través de las enseñanzas sabias y tener fe en uno mismo.

¡Recuerda siempre buscar tu propia verdad!

FIN.

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