El tesoro interior de Félix



Había una vez un perro llamado Félix, un bulldog francés muy juguetón y curioso. Vivía felizmente con su dueño Hilario, quien lo cuidaba y mimaba mucho.

Un día, mientras Félix jugaba en el jardín, recordó que Lucas, el paseador de perros, vendría a buscarlo a las 9: 30 de la mañana para llevarlo a dar un largo paseo. Emocionado por la aventura que le esperaba, Félix decidió entrar a la casa para esperar a Lucas.

Pero justo cuando estaba por subir las escaleras, escuchó un ruido extraño proveniente del sótano. Su curiosidad pudo más que su obediencia y decidió investigar. Bajó al sótano sigilosamente y se encontró con una puerta misteriosa.

Sin pensarlo dos veces, la empujó con su hocico y ¡voilà! Se encontraba dentro de un laberinto místico lleno de colores brillantes y caminos enredados. Félix no podía creer lo que veían sus ojos; era como si hubiera entrado en otro mundo.

Mientras avanzaba por el laberinto, se dio cuenta de que había algo especial allí: el collar de oro más hermoso que jamás había visto. Decidido a obtener ese tesoro tan preciado, Félix comenzó su travesía por el laberinto.

En cada esquina se encontraba con diferentes desafíos: puentes inestables sobre fosas profundas, estatuas encantadas que cobraban vida e incluso criaturas mágicas dispuestas a detenerlo. Pero nuestro valiente protagonista no se dejaba intimidar.

Con cada obstáculo que superaba, Félix se volvía más fuerte y más determinado. Aprendió a saltar con agilidad sobre los puentes, a esquivar las estatuas y a hacer amigos con las criaturas mágicas. En su camino, Félix también encontró mensajes escritos en las paredes del laberinto.

Decían cosas como "Confía en ti mismo", "Nunca te rindas" y "El verdadero tesoro está en tu interior". Estos mensajes le dieron fuerzas para seguir adelante cuando la travesía se volvía difícil.

Después de mucho tiempo y esfuerzo, finalmente llegó al centro del laberinto donde se encontraba el collar de oro brillante. Pero antes de tomarlo, una voz misteriosa resonó en el aire: "Félix, has demostrado ser valiente y perseverante.

Te has enfrentado a todos los desafíos con coraje y nunca perdiste la esperanza". Sorprendido por la voz, Félix miró a su alrededor pero no vio a nadie. Sin embargo, sabía que esa voz era especial y confiaba en ella.

La voz continuó: "Este collar de oro no solo representa tu victoria en este laberinto místico, sino también tu verdadero valor como ser vivo. El tesoro más importante que puedes encontrar es el amor propio y la confianza en ti mismo".

Con lágrimas de alegría en sus ojos caninos, Félix tomó el collar de oro y lo colocó alrededor de su cuello. Sabía que había aprendido una gran lección durante esta aventura extraordinaria.

De regreso en casa, Lucas el paseador de perros llegó puntualmente y se sorprendió al ver a Félix con su nuevo collar. Hilario también quedó impresionado por la historia que le contó Félix sobre el laberinto místico y cómo había encontrado un tesoro mucho más valioso que cualquier objeto material.

Desde ese día, Félix se convirtió en un ejemplo para todos los que lo conocían. Su historia inspiraba a otros a enfrentar sus miedos, perseverar ante las adversidades y creer en sí mismos.

Y así, Félix vivió feliz junto a Hilario y Lucas, compartiendo su sabiduría y amor con todos aquellos que se cruzaban en su camino.

FIN.

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