El tesoro interior de Milagros
Había una vez una niña llamada Milagros que vivía en la ciudad. Siempre había soñado con viajar y conocer nuevos lugares, pero nunca había tenido la oportunidad de hacerlo.
Un día, su familia decidió ir de vacaciones a la provincia de Misiones, en Argentina. Milagros estaba emocionada por este viaje, ya que había escuchado muchas cosas maravillosas sobre esa región. Sabía que iba a poder ver las famosas Cataratas del Iguazú y conocer la selva misionera.
Cuando llegaron a Misiones, Milagros no podía contener su emoción. Miraba por la ventana del auto y veía árboles altísimos y exuberante vegetación.
¡Era como estar en un cuento de hadas! La primera parada fue en las Cataratas del Iguazú. Milagros quedó asombrada ante el espectáculo natural que tenía frente a sus ojos: agua cayendo desde lo alto formando enormes cascadas.
Se puso su poncho impermeable y se acercó al borde para sentir el rocío en su rostro. "¡Es increíble! Nunca imaginé que algo así existiera", exclamó Milagros con una sonrisa gigante en su rostro. Después de disfrutar de las cataratas, la familia decidió ir a recorrer la selva misionera.
Contrataron un guía local que les mostró los secretos escondidos entre los árboles. Caminaron por senderos estrechos rodeados de plantas exóticas y animales curiosos. En medio del recorrido, el guía les contó una historia fascinante sobre un tesoro perdido en la selva.
Según la leyenda, había un árbol mágico que guardaba un cofre lleno de monedas de oro. Milagros no podía creer lo que estaba escuchando y su corazón se llenó de emoción. "¡Quiero encontrar ese tesoro! ¿Podemos buscarlo?", preguntó Milagros emocionada.
Los padres sonrieron y accedieron a la petición de Milagros. Todos empezaron a buscar pistas y seguir el mapa del tesoro que el guía les había dado.
Fue una aventura emocionante, donde tuvieron que sortear obstáculos como ríos, puentes colgantes y senderos escondidos. Después de mucho buscar, finalmente encontraron el árbol mágico. Estaba cubierto de musgo y tenía unas hojas brillantes que parecían estar hechas de oro.
Milagros se acercó al árbol con cautela y tocó su corteza. De repente, el árbol cobró vida y habló con voz suave:"Milagros, has demostrado ser valiente y perseverante en esta búsqueda del tesoro perdido.
Aunque no hay monedas de oro aquí, has encontrado algo aún más valioso: tu propia fuerza interior". Milagros quedó sorprendida por las palabras del árbol mágico. Se dio cuenta de que durante toda la aventura había aprendido a enfrentar sus miedos y a confiar en sí misma.
Con una sonrisa radiante en su rostro, Milagros abrazó al árbol mágico y agradeció por la experiencia única que había vivido. "¡Gracias, árbol mágico! Ahora sé que puedo lograr cualquier cosa si creo en mí misma", exclamó Milagros con emoción.
Desde ese día, Milagros regresó a casa llena de energía y confianza. Compartió su historia con todos sus amigos y les inspiró a perseguir sus propios sueños.
Y así, Milagros demostró que no importa el lugar donde estés, siempre puedes encontrar la felicidad si sigues tus pasiones y crees en ti mismo.
FIN.