El tesoro navideño de Steff



Había una vez una niña llamada Steff, a quien le encantaba la época de Navidad. Desde el primer día de diciembre, su casa se llenaba de luces brillantes y adornos coloridos.

Steff disfrutaba tanto decorar que incluso vestía a sus tres perros, Junior, Zoe y Rocky, con pequeños cuernos de reno. Pero lo que más le emocionaba a Steff era dar regalos a todos sus seres queridos.

Pasaba horas pensando en qué podía hacer para sorprenderlos y alegrarles el día. Aunque no tenía mucho dinero, siempre encontraba la manera de hacer algo especial para cada uno. Un día antes de Navidad, mientras ayudaba a su mamá a hornear galletas deliciosas, Steff tuvo una idea maravillosa.

Decidió hacer un juego divertido para entregar los regalos este año. Después de terminar las galletas, cogió una caja grande y comenzó a envolverla con papel dorado brillante.

Cuando llegó la mañana de Navidad, toda la familia estaba ansiosa por ver qué les había preparado Steff. Sentados alrededor del árbol lleno de regalos coloridos, ella les entregó uno por uno un sobre misterioso con instrucciones especiales. "¡Abre el sobre y sigue las pistas!", exclamó emocionada Steff.

Todos rasgaron los sobres al mismo tiempo y comenzaron a leer las notas dentro:"Mamá: Tu primer paso es ir al lugar donde siempre encuentras paz". "Papá: Dirígete hacia el rincón donde guardas tus herramientas favoritas".

"Hermanito: Ve al lugar donde siempre escondes tus juguetes más queridos". Y así sucesivamente, cada miembro de la familia tenía una pista personalizada que los llevaría a encontrar su regalo.

Steff había escondido pequeños obsequios en diferentes lugares de la casa y las pistas les indicaban dónde buscar. La emoción llenó el aire mientras todos corrían por la casa siguiendo las pistas.

Mamá encontró una taza nueva para disfrutar de sus momentos de tranquilidad, papá descubrió un nuevo juego de herramientas y el hermanito encontró un peluche especial que había deseado durante mucho tiempo. Pero lo más sorprendente fue cuando llegó el turno de Junior, Zoe y Rocky, los perros disfrazados de renos.

Steff les dio una pista también:"Perros traviesos, busquen bajo el árbol donde se encuentran todos los sueños". Los tres perros salieron corriendo hacia el árbol navideño y comenzaron a olfatear alrededor. Finalmente, Junior descubrió un montón de huesos deliciosos para compartir con sus amigos caninos.

Todos estaban tan felices y agradecidos por los regalos especiales que Steff había preparado. La diversión del juego hizo que la Navidad fuera aún más especial y memorable.

Desde aquel día, cada año Steff continuó con su tradición única de dar regalos acompañados de juegos emocionantes. Aprendió que no importa cuánto dinero tengas o qué tan grandes sean los regalos; lo importante es hacer sentir amados a quienes te rodean y crear recuerdos duraderos juntos.

Y así, Steff demostró que la verdadera magia de la Navidad no se encuentra en los regalos materiales, sino en el amor y la alegría que compartimos con nuestros seres queridos durante esta época especial del año.

FIN.

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