El tesoro oculto de Ceniza
Había una vez un pequeño ratón llamado Ceniza que vivía en el sótano de una vieja casa. Ceniza era muy curioso y siempre estaba buscando aventuras.
Un día, mientras exploraba el sótano, encontró algo brillante entre las pilas de cajas: ¡un zapatito de bebé! Ceniza se acercó al zapatito y lo examinó con atención. Estaba un poco desgastado, pero aún así parecía estar en buen estado.
Decidió llevárselo a su hogar para mostrarlo a sus amigos ratones. Al llegar al escondite secreto de los ratones, Ceniza encontró a sus amigos jugando con un destornillador que habían encontrado en el jardín trasero.
Los ratones estaban fascinados por la herramienta y no podían dejar de jugar con ella. -¡Chicos! ¡Miren lo que encontré! -exclamó Ceniza emocionado mientras mostraba el zapatito. Los demás ratones dejaron el destornillador a un lado y se acercaron a ver lo que tenía Ceniza en sus manos.
-¿Qué es eso? -preguntó uno de los ratones. -Es un zapatito de bebé -respondió Ceniza-. Lo encontré en el sótano. ¿No les parece interesante? Los demás ratones se miraron entre sí y comenzaron a reírse.
-¿Un zapatito? ¿Para qué nos sirve eso? -dijo uno de ellos burlonamente. Ceniza se sintió triste por la reacción de sus amigos, pero decidió no rendirse tan fácilmente. Sabía que el zapatito tenía algo especial y estaba decidido a descubrirlo.
Esa noche, mientras los demás ratones dormían, Ceniza se acercó al destornillador que habían dejado olvidado. Observó cómo brillaba la punta metálica y se le ocurrió una idea. Tomó el destornillador y lo unió con el zapatito usando su cola como si fuera un hilo.
Al día siguiente, Ceniza les mostró a sus amigos su nueva creación: ¡un adorable juguete! El destornillador ahora era una especie de muñeco de trapo con el zapatito en la cabeza. -¡Miren lo que hice! -exclamó Ceniza entusiasmado-.
Ahora tenemos un nuevo amigo para jugar. Los demás ratones se quedaron boquiabiertos ante la creatividad de Ceniza. Todos quisieron jugar con el nuevo juguete y pronto olvidaron su burla anterior.
A partir de ese día, Ceniza se convirtió en el líder del grupo. Los ratones aprendieron a valorar la importancia de ser creativos y no juzgar las cosas por su apariencia externa. Juntos, exploraron nuevos lugares dentro de la casa y descubrieron muchos otros tesoros escondidos.
La historia de Ceniza, el zapatito, los ratones y el destornillador nos enseña que nunca debemos subestimar ni menospreciar algo solo por su apariencia o utilidad aparente.
La verdadera magia está en nuestra imaginación y capacidad para transformar las cosas comunes en algo extraordinario.
FIN.