El Tesoro Perdido



Había una vez una niña llamada Sofía, un niño llamado Mateo y su perro fiel, Max. Un día, mientras paseaban por el parque, encontraron una moneda brillante en el suelo. Sofía, siempre atenta a hacer lo correcto, propuso devolver la moneda a su dueño.

- ¿No podemos quedarnos con la moneda? Seguro nadie la extrañará, cuestionó Mateo.

- No, no está bien. Debemos buscar al dueño y devolverla, respondió Sofía con convicción.

Max, el perro, movió la cola en señal de acuerdo y juntos comenzaron su búsqueda. Recorrieron el parque preguntando a cada persona si habían perdido una moneda, pero nadie parecía reconocerla. Decidieron entonces ir a la comisaría del barrio.

Allí, el oficial les explicó que era difícil encontrar al dueño de una simple moneda, pero que podían dejarla allí por si alguien la reclamaba. Cuando estaban por dejarla en el mostrador, Max comenzó a ladrar y tironear la correa, llamando la atención de todos. El oficial, curioso, se acercó y notó algo especial en la moneda. Resultó ser una moneda antigua de gran valor histórico, y el museo local la estaba buscando desesperadamente.

Sofía, Mateo y Max se convirtieron en héroes locales por su honestidad y determinación para devolver el tesoro perdido. Fueron invitados a visitar el museo, donde les mostraron la moneda en una vitrina especial.

- Gracias por su integridad y por devolvernos este tesoro histórico, les dijo el director del museo con gratitud.

- Es lo correcto, afirmó Sofía, sonriendo junto a Mateo y acariciando a Max, quien movía feliz su cola.

Desde ese día, la historia de los tres amigos se convirtió en un ejemplo en la comunidad, recordando a todos la importancia de hacer lo correcto y devolver lo que no nos pertenece. Y así, Sofía, Mateo y Max aprendieron que la honestidad siempre trae grandes recompensas.

FIN.

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