El tesoro perdido de la isla encantada
Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo de Argentina. Mateo era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque cercano a su casa, encontró un viejo celular abandonado. Intrigado, Mateo decidió llevárselo a casa y ver si todavía funcionaba. Para su sorpresa, el celular se encendió y comenzó a emitir una luz brillante.
De repente, una voz resonó desde el teléfono: "¡Hola Mateo!"Mateo quedó atónito al escuchar la voz misteriosa. "¿Quién eres?", preguntó con asombro. "Soy Dios", respondió la voz del celular. "He decidido hablar contigo para darte algunos consejos importantes".
Mateo no podía creer lo que estaba escuchando, pero decidió seguirle el juego al misterioso interlocutor. "¡Wow! ¿Qué tipo de consejos tienes para mí?"Dios le explicó a Mateo que había perdido la fe en sí mismo y necesitaba aprender a confiar en sus habilidades y talentos únicos.
Le dijo que cada persona tiene algo especial dentro de sí misma y que él debía descubrir cuál era esa cualidad especial. "¿Cómo puedo hacer eso?", preguntó Mateo emocionado por esta nueva misión.
Dios le dio instrucciones para superar diferentes desafíos en su camino hacia la autoconfianza. El primer desafío consistía en ayudar a un anciano a cruzar la calle sin ayuda de nadie más.
Mateo aceptó el desafío con entusiasmo y se dirigió rápidamente hacia la calle principal del pueblo. Allí, vio a un anciano esperando en el borde de la acera, con dificultades para cruzar. Mateo se acercó al anciano y le ofreció su brazo para ayudarlo.
Juntos, caminaron despacio hasta llegar al otro lado de la calle. El anciano estaba muy agradecido por la ayuda de Mateo y le dijo que era un niño muy amable y valiente.
A medida que Mateo superaba cada desafío propuesto por Dios, comenzó a sentirse más confiado en sí mismo. Aprendió a escuchar su voz interior y confiar en sus instintos. Descubrió que tenía una habilidad especial para hacer reír a los demás con su sentido del humor.
Cuando finalmente completó todos los desafíos, el celular dejó de emitir luz y Dios habló por última vez: "¡Felicidades Mateo! Has demostrado ser una persona valiente y confiada. Recuerda siempre creer en ti mismo".
Desde aquel día, Mateo se convirtió en un niño lleno de autoconfianza e inspiración para los demás. Utilizó sus talentos especiales para hacer reír a sus amigos y familiares, convirtiéndose así en una fuente constante de alegría.
Y así termina esta historia llena de aventuras y enseñanzas importantes sobre la autoconfianza y el descubrimiento personal. Si alguna vez encuentras un viejo celular abandonado, tal vez también puedas recibir consejos útiles de alguien inesperado...
¡solo tienes que estar abierto a las sorpresas que te ofrece la vida!
FIN.