El Tesoro Perdido de la Selva Mágica



En un rincón mágico de la selva, donde los árboles cantan y las flores bailan, vivía un pequeño mono llamado Coco. Coco tenía un tesoro muy especial: una brillante banana de oro que le había regalado su abuela.

Cada vez que la miraba, su corazón se llenaba de alegría y amor. Pero un día, mientras jugaba en la playa de un río de aguas cristalinas, se distrajo persiguiendo a una mariposa de colores.nnAl volver, su banana dorada había desaparecido.nn-

¡Ay no, no, no! - gritó Coco, mirando a su alrededor. - ¿Dónde está mi banana? ¡Es muy importante para mí! nnDesesperado, Coco decidió pedir ayuda a sus amigos del bosque.

Su primer amigo fue Tico, el loro parlante, que siempre tenía un consejo sabio que dar.nn- Tico, ¿has visto mi banana de oro? - preguntó Coco con los ojos llenos de lágrimas.nn- No la he visto, amigo, pero quizás pueda ayudarte a buscarla - respondió Tico. - Dediquémonos a mirar juntos.nnAmbos

comenzaron a buscar por la selva, preguntando a otros animales si habían visto el tesoro de Coco. En el camino, se encontraron con una tortuga llamada Lía.nn- ¿Qué les pasa, amigos? - preguntó Lía, notando su preocupación.nn-

He perdido mi banana de oro y no sé dónde buscar - respondió Coco, apiadado.nn- Tal vez deberías recordar dónde la viste por última vez - sugirió Lía. - A veces, volver a los lugares puede ayudar a recordar.nnCoco

asintió, sintiendo que quizás tenía razón.nn- Gracias, Lía. Tico, volvamos al río.nnAl llegar, Coco empezó a revisar en cada lugar donde podría haber caído. Pero no había rastro de su tesoro.nn- No sé qué más hacer... - murmuró, desanimado.nnEn

ese momento, se acercó a ellos un jaguar llamado Rayo, famoso por su rapidez y astucia.nn- Escuché que buscan algo. ¡Dejen que les ayude! - ofreció Rayo.nnCoco explicó la situación, y Rayo, intrigado por la historia de la banana de oro, decidió ayudarles.nn-

Vamos a buscar en la parte más profunda de la selva. Quizás alguien la encontró y la guardó - dijo Rayo con determinación.nnAsí que juntos, Coco, Tico, Lía y Rayo se adentraron en la selva.

A medida que avanzaban, el ambiente se tornaba más mágico: plantas luminosas y sonidos encantadores les rodeaban.nnDe repente, escucharon un suave llanto. Sigilosos, se acercaron y descubrieron a una pequeña ardilla llamada Nena, que lloraba sobre una rama.nn- ¿Por qué lloras? - preguntó Coco, preocupado.nn-

He perdido un collar que me regaló mi mamá - sollozó Nena.nnCoco recordó su propia pérdida y se sintió solidario.nn- No te preocupes, podemos ayudar a buscar tu collar - dijo Coco.nnCon

la ayuda de todos, buscaron por toda la selva, cada uno aportando su mirada y su ingenio. Después de un rato, Rayo, que tenía la vista más aguda, finalmente lo encontró atrapado entre unas ramas.nn- ¡Lo encontré! - exclamó Rayo, saltando con alegría.nnNena

abrazó su collar y sonrió, llena de gratitud.nn- ¡Gracias, amigos! - dijo mientras limpiaba sus lágrimas. - Les debo una.nnRecordando su propia situación, Coco tuvo una idea.nn- Tal vez si me cuentas cómo y dónde lo perdiste, podríamos encontrar mi banana también - sugirió Coco con esperanza.nnLos

amigos de la selva se unieron nuevamente con entusiasmo y Nena, emocionada por ayudar, empezó a contar cómo se le había caído su collar.nnSiguiendo las instrucciones de Nena, todos se dispusieron a buscar bien entre las ramas y hojas.

Pero en vez de hallar la banana de Coco, encontraron una suerte de mapa antiguo, con un dibujo que indicaba un lugar escondido lleno de tesoros.nn-

Quizás este mapa nos indique dónde está mi banana - dijo Coco con los ojos brillantes de emoción.nnSiguiendo el mapa, llegaron a una cueva protegida por un río de aguas resplandecientes y, al entrar, encontraron que había pilas de oro, piedras preciosas, y al fondo, un pequeño altar donde brillaba una banana dorada.nn-

¡Es mi banana! - gritó Coco, corriendo hacia ella con su corazón latiendo de alegría.nnPero al llegar, se dio cuenta de que el altar tenía inscripciones que hablaban sobre la importancia de compartir y la amistad.nnCoco

se giró hacia sus amigos y les dijo: - Esta banana representa más que un tesoro. Es un recordatorio de la amistad y la ayuda mutua. ¿Qué les parece si la compartimos? nnTodos asintieron entusiasmados.nn- ¡Vamos a hacer una gran fiesta en la selva! - propuso Tico.nnY

así fue cómo Coco comprendió que, aunque había perdido su tesoro, había ganado algo más valioso: unas amistades únicas y genuinas.

En la fiesta, compartieron risas, bailes y muchas historias, convirtiendo el día en uno de los más memorables de la selva.nnCuando la fiesta terminó, Coco miró a sus amigos con cariño y les dijo: - Gracias por ayudarme. Aprendí que el verdadero tesoro es tener a quienes amamos a nuestro lado.

FIN.

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