El tesoro solidario
Había una vez, en un pequeño pueblo lejano de Argentina, dos niños llamados Tomás y Sofía. Eran los mejores amigos y siempre iban juntos a la escuela, donde aprendían cosas interesantes cada día.
Un soleado sábado por la mañana, mientras Tomás y Sofía exploraban las montañas cercanas al pueblo, Sofía notó algo extraño. Había un sendero oculto que parecía llevar a algún lugar misterioso. Llamó emocionada a Tomás para que lo descubrieran juntos.
Con mucho cuidado, siguieron el sendero hasta llegar a una cueva escondida entre las rocas. Al entrar en ella, se encontraron con un espectáculo asombroso: ¡un tesoro lleno de oro brillante! Pero no estaban solos; unos pequeños duendes protegían celosamente el tesoro.
Sofía y Tomás quedaron sorprendidos ante tal hallazgo. Los duendes eran amigables y simpáticos, así que decidieron hablar con ellos. "¡Hola! Somos Sofía y Tomás", dijo Sofía tímidamente.
Los duendes sonrieron y uno de ellos respondió: "¡Bienvenidos! Nosotros somos los guardianes del tesoro dorado".
Tomás preguntó curioso: "¿Por qué nos dejaron entrar aquí? ¿Podemos llevárnoslo?"El duende líder explicó pacientemente: "Hemos estado protegiendo este tesoro durante generaciones, pero hemos decidido regalarlo a aquellos que demuestren ser dignos de su valor". Sofía miró a su amigo con determinación en sus ojos y dijo: "Creo que debemos demostrar que somos dignos de este tesoro. Podemos utilizarlo para hacer cosas buenas y ayudar a los demás".
Tomás asintió emocionado y dijo: "¡Tienes razón! Vamos a usar el oro para construir una escuela nueva en nuestro pueblo, donde todos los niños puedan aprender y divertirse". Los duendes sonrieron complacidos ante la nobleza de los niños.
"Han demostrado ser verdaderos amigos y tener un corazón generoso. Este tesoro es ahora suyo", dijeron mientras les entregaban unas pequeñas bolsas llenas de oro. Con el oro en sus manos, Tomás y Sofía regresaron al pueblo con una alegría inmensa.
Convocaron a todos los habitantes del lugar para contarles sobre el tesoro encontrado y su plan de construir una nueva escuela. La noticia se extendió rápidamente por todo el pueblo, despertando la emoción y el apoyo de cada uno de sus habitantes.
Todos se unieron para trabajar juntos en la construcción de la escuela, utilizando parte del oro donado por los duendes. Poco tiempo después, la escuela estaba lista.
Era hermosa, llena de colores vivos y con amplias aulas donde los niños podían aprender felices. Los duendes habían dejado una nota junto al último ladrillo que decía: "El verdadero valor está en compartir lo que tenemos con quienes más lo necesitan".
Desde aquel día, Tomás y Sofía se convirtieron en héroes del pueblo por su valentía y generosidad. Aprendieron que no importa cuánto tengamos, sino cómo lo utilizamos para hacer el bien.
Y así, los niños del pueblo continuaron aprendiendo y divirtiéndose en su nueva escuela, recordando siempre la importancia de la amistad, el trabajo en equipo y la generosidad. Fin.
FIN.