El Tiburón Triste y las Gaviotas Voladoras
Había una vez un tiburón llamado Tito, que vivía en las aguas cristalinas de un hermoso océano. Tito era un tiburón muy especial, no solo por su tamaño, sino también por su corazón. Sin embargo, en el fondo de su gran corazón, Tito sentía una profunda tristeza. A menudo, se pasaba horas nadando solo, mirando hacia el horizonte donde volaban las gaviotas con sus alas blancas y sus cantos alegres.
-Tito, ¿por qué estás tan triste? -le preguntó su amigo el pez payaso, Pablo, mientras jugueteaba cerca de él.
-No lo sé, Pablo -respondió Tito con voz melancólica-. Miro a esas gaviotas volar y me siento un poco fuera de lugar. Ellas parecen tan felices, y yo solo puedo nadar.
-Quizás quieras volar con ellas -sugirió Pablo con una sonrisa-. ¿Por qué no intentas saltar fuera del agua?
Esa idea hizo que Tito se sintiera un poco más animado. El tiburón aceptó el desafío de Pablo y se preparó para saltar. Pero al intentarlo, solo logró salir un poco del agua y caer de nuevo con un gran splash.
-¡Eso fue divertido! -gritó Pablo entre risas, pero Tito sintió que el esfuerzo no fue suficiente.
Pasaron los días, y Tito continuó observando a las gaviotas. Una tarde, una gaviota llamada Gabi se posó en la orilla. Ella vio a Tito con sus ojos curiosos y se acercó.
-Hola, tiburón. ¿Por qué mirás al cielo con esa tristeza? -le preguntó Gabi, moviendo suas alas de un lado a otro.
-Hola, Gabi -respondió Tito, sintiéndose un poco más esperanzado-. Me encantaría volar como ustedes.
-¿Pero por qué quieres volar? -interrogó Gabi, intrigada.
-Porque creo que sería más feliz. -dijo Tito.
La gaviota lo miró fijamente y le dijo:
-Tito, cada uno tiene su propio lugar en el mundo. Vos sos increíble tal como sos. ¿Sabías que hay cosas que solo un tiburón puede hacer?
-¿Como qué? -preguntó Tito, curioso.
-Como nadar en las profundidades del océano y ser el rey de los mares. Juntos podríamos explorar el fondo del mar.
Esa idea encendió una chispa de emoción en el corazón de Tito.
-¿De verdad podés disfrutar el fondo del mar? -preguntó emocionado.
-¡Por supuesto! -Gabi respondió con entusiasmo-. ¡Vamos, te enseñaré!
Desde ese día, Tito y Gabi se hicieron amigos inseparables. Tito mostró a Gabi los coloridos arrecifes de coral, donde danzaban los peces, y Gabi le contaba sobre las maravillas del cielo mientras volaba sobre él.
Un día, mientras nadaban juntos, Tito decidió hacer un gran salto. Se impulsó con todas sus fuerzas y, justo en ese instante, Gabi alzó el vuelo. Y para su sorpresa, ¡Tito logró saltar más alto que nunca!
-¡Lo logré! -gritó Tito, y su risa resonó por todo el océano. -¡Soy un tiburón volador!
Gabi aplaudió desde arriba y dijo:
-¡Eso es, Tito! ¡A veces solo necesitas un amigo que te ayude a descubrir lo increíble que sos!
Desde ese día, Tito ya no se sintió triste. Comprendió que aunque no podía volar como las gaviotas, tenía el poder de explorar y disfrutar del fondo del mar, algo que las gaviotas no podían hacer. Y siempre tuvo a su lado a su amiga Gabi, quien le enseñó que cada uno tiene su propio lugar y habilidades únicas. Juntos, viven muchas aventuras y descubren la belleza de ser diferentes.
FIN.