El tigre de colores de Benja



Había una vez un niño llamado Benja que siempre estaba lleno de energía y alegría. Desde muy temprano en la mañana, cuando llegaba al jardín de infantes, corría hacia su salita con una sonrisa de oreja a oreja.

La maestra, la señorita Laura, lo recibía con cariño pero también con cierta preocupación. Benja era tan inquieto que a veces le costaba concentrarse en las actividades del día a día.

Sin embargo, la señorita Laura sabía que detrás de esa energía desbordante se escondía un niño curioso y creativo. Una mañana, la señorita Laura les dio a todos los niños una serie de fichas para completar.

Debían dibujar y colorear diferentes animales y luego escribir sus nombres debajo. Mientras los demás niños se sentaban tranquilos en sus mesas, Benja no podía quedarse quieto. - ¡Señorita Laura! ¿Puedo ir a buscar más colores? ¡Quiero que mi tigre sea el más colorido de todos! -exclamó Benja emocionado.

- Claro, Benja. Pero trata de no distraerte demasiado, recuerda que tenemos que terminar todas las fichas antes del recreo -respondió la señorita Laura con una sonrisa.

Benja corrió hasta el rincón donde estaban los materiales y volvió velozmente a su mesa. Se puso manos a la obra y empezó a colorear su tigre con entusiasmo. Usaba todos los colores del arcoíris y se aseguraba de pintar cada detalle con cuidado.

Mientras tanto, los demás niños iban avanzando lentamente en sus fichas. Algunos ya habían terminado uno o dos animales, pero Benja seguía concentrado en su tigre multicolor.

Finalmente, llegó el momento del recreo y la señorita Laura pidió a los niños que dejaran sus fichas sobre las mesas para continuar después. Todos obedecieron excepto Benja, quien aún no había terminado su tigre. - ¡Señorita Laura! ¿Puedo quedarme un ratito más para terminar mi dibujo? Prometo ser rápido -dijo Benja con cara de súplica.

La señorita Laura miró a Benja y luego las fichas sobre las mesas. Sabía que era importante respetar las reglas del horario escolar, pero también valoraba el esfuerzo y la dedicación de cada uno de sus alumnos. - Está bien, Benja.

Puedes quedarte unos minutos más -dijo finalmente la señorita Laura. Benja sonrió emocionado y se apresuró a terminar su dibujo. Coloreó rápidamente los últimos detalles y escribió —"TIGRE"  en letras grandes debajo del animal.

Luego dejó su ficha junto al resto y salió corriendo al patio para jugar con sus amigos. Al regresar a clase después del recreo, todos los niños retomaron sus fichas para seguir trabajando en ellas.

La señorita Laura revisó cada dibujo con atención y cuando llegó al tigre de Benja no pudo contener una exclamación de sorpresa. - ¡Benja! Este es sin duda el tigre más hermoso y original que he visto nunca en mis años como maestra.

¡Estoy realmente impresionada! Benja sonrió orgulloso mientras todos sus compañeros admiraban su obra maestra.

Ese día aprendieron una gran lección: cada uno tiene su propio ritmo y estilo único para hacer las cosas; lo importante es disfrutar el proceso y dar lo mejor de sí mismos en todo momento.

FIN.

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