El Tigre de la Selva
En la selva vivía un tigre llamado Bernie. Tenía unas garras muy grandes y afiladas, pero a diferencia de otros tigres, a él no le gustaba pelear. En cambio, veía a los demás animales como sus amigos.
Un día, mientras Bernie caminaba por la selva, escuchó unos ruidos extraños provenientes de un árbol cercano. Se acercó con curiosidad y vio a un pequeño mono atrapado en una rama alta.
"¡Ayuda! ¡No puedo bajar!", gritaba el mono asustado. Bernie se acercó lentamente al árbol y extendió su pata hacia el mono. Con cuidado, lo agarró y lo bajó suavemente al suelo. "Muchas gracias, Bernie", dijo el mono aliviado.
"Eres el tigre más amable que he conocido". Bernie sonrió y continuó su camino por la selva. Mientras caminaba, se encontró con una tortuga que estaba varada boca arriba. "¡Ayuda! No puedo darme vuelta", suplicó la tortuga.
Sin dudarlo, Bernie se acercó e inclinó su cabeza para ayudarla. Con mucho cuidado volteó a la tortuga y esta volvió rápidamente a ponerse de pie. "Gracias por salvarme", dijo la tortuga emocionada. "Eres un tigre muy valiente". Bernie sonrió nuevamente y siguió explorando la selva.
Esta vez llego hasta una laguna donde encontró a un patito llorando desconsoladamente. "¿Qué te pasa?", preguntó Bernie preocupado. "Mi mamá se fue y me quedé solo", sollozó el patito. "No sé cómo regresar a casa".
Bernie reflexionó un momento y luego tuvo una idea brillante. Se agachó y le ofreció al patito subirse a su espalda. Con mucho cuidado, nadaron juntos hasta la orilla donde encontraron a la mamá pata esperándolos.
"¡Mi bebé!", exclamó la mamá pata emocionada. "Muchas gracias, Bernie, por traerlo de vuelta". Bernie sonrió orgulloso de sí mismo y continuó su camino por la selva.
Pronto llegó a un claro donde vio algo que lo dejó sorprendido: todos los animales de la selva estaban reunidos frente a él. "¡Querido Bernie!", exclamó una voz familiar. Era el mono del árbol. "Hemos oído hablar de tus increíbles hazañas para ayudar a otros animales en apuros".
Los demás animales asintieron con entusiasmo y comenzaron a aplaudir. "Eres valiente, generoso y amable", dijo la tortuga conmovida. Bernie se sintió abrumado por tanto cariño y gratitud. "Yo solo quería ayudar", respondió tímidamente.
El elefante más sabio de la selva se acercó a Bernie. "Querido amigo, has demostrado que no necesitas pelear para ser fuerte", dijo con calma. Todos los animales asintieron en acuerdo. "Desde ahora te nombramos el protector de nuestra selva", anunciaron al unísono.
Desde ese día, Bernie siguió siendo el tigre que no le gustaba pelear, pero ahora también era conocido como el tigre más bondadoso y valiente de la selva.
Y así, con su actitud amable y compasiva, logró unir a todos los animales en amistad y armonía. Moraleja: No es necesario ser violento para demostrar nuestra fortaleza. La verdadera valentía radica en ayudar a los demás y fomentar la paz y la amistad.
FIN.