El Tigre y la Lluvia del Relámpago



Era un día caluroso en la selva, cuando de repente el cielo se oscureció y comenzó a llover con mucha fuerza. A medida que la lluvia caía, un tigre llamado Tito se sentía cada vez más incómodo. En medio de la tormenta, decidió aventurarse más lejos de su hogar para explorar un nuevo lugar.

"¡Vamos, Tito!" - se decía a sí mismo, buscando la emoción de lo desconocido. Sin embargo, lo que no había previsto era la intensidad de la lluvia ni los truenos que resonaban en el cielo.

Poco a poco, Tito se alejó más de su hogar. Cuando la lluvia empezó a calmarse, el tigre se dio cuenta de que no sabía cómo regresar.

"Oh no, ¿dónde estoy?" - exclamó Tito, mirando a su alrededor. Todo parecía diferente y, con la lluvia, algunos árboles se habían caído y los caminos eran irregulares.

Desconcertado y un poco asustado, caminó hacia adelante buscando un lugar familiar. De repente, escuchó un suave chirrido. Curioso, se acercó y encontró a una pequeña ave llamada Lila, que había caído de su nido por la tormenta.

"Hola, tigre. ¿Estás perdido?" - le preguntó Lila, mirando a Tito con ojos grandes y asustados.

"Sí, estoy perdido y no sé cómo regresar a mi hogar. ¿Y tú?" - respondió el tigre, sintiéndose un poco más tranquilo al hablar con alguien.

"Yo también. Pero juntos podemos encontrar el camino. ¿Qué tal si seguimos el sonido del río?" - sugirió Lila, intentando ser optimista.

Tito se sintió aliviado al tener compañía, y juntos se pusieron en marcha hacia el sonido del agua. Mientras caminaban, Lila le habló sobre sus aventuras en la selva y cómo había aprendido a volar entre las ramas. Tito escuchaba con atención, fascinado por la valentía de la pequeña ave.

De repente, vieron un gran charco lleno de barro que bloqueaba el camino.

"¡Ay! No puedo atravesar eso, me ensuciaré" - dijo Tito, mirando el barro con desagrado.

"No te preocupes. Solo tienes que dar un salto y verás que no es tan difícil. A veces, hay que arriesgarse para avanzar" - animó Lila.

Con un poco de temor, Tito tomó impulso y saltó al otro lado del charco, consiguiendo aterrizar en el suelo seco.

"¡Lo logré!" - gritó emocionado, saltando de alegría.

"¡Ves! A veces hay que arriesgarse para descubrir lo que somos capaces" - sonrió Lila.

Continuaron su camino, y en el trayecto Tito se sintió más valiente y seguro. Pasaron por un grupo de animales que en un principio se asustaron al ver a un tigre, pero Tito, recordando lo que Lila le había enseñado, les sonrió y les dijo:

"¡Hola! Solo estoy buscando mi camino de vuelta a casa. No tengo intención de hacerles daño".

Los animales, al ver que Tito decía la verdad, se acercaron curiosos y decidieron ayudarlo en su búsqueda. Juntos formaron un gran grupo que se disponía a cruzar ríos y árboles caídos.

Finalmente, cuando el sol comenzó a salir, Tito reconoció un lugar familiar.

"¡Este es mi hogar!" - exclamó con alegría, viendo la gran roca donde solía descansar.

"¡Lo logramos!" - gritó Lila, posándose sobre su cabeza con una gran sonrisa.

"Nunca hubiera encontrado el camino sin tu ayuda. Aprendí que aunque a veces las cosas parecen difíciles, siempre es mejor tener amigos a tu lado" - dijo Tito, sintiéndose agradecido.

Lila se despidió de Tito con un abrazo y voló hacia el cielo. El tigre comprendió que la amistad y la valentía son las mejores herramientas para superar cualquier obstáculo. Desde ese día, Tito siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás, recordando que a veces, el camino puede ser más fácil si uno se rodea de buenos amigos.

FIN.

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