El Tigre y los Tres Ratoncitos
Había una vez un tigre en la selva llamado Tigrón. Era un animal feroz, conocido por su gran tamaño y su pelaje rayado que brillaba bajo el sol. Tigrón estaba orgulloso de ser el rey de la selva, pero también se había convertido en un matón. Se reía de los animales más pequeños y se aprovechaba de ellos.
Un día, mientras caminaba por el bosque, se encontró con una familia de conejos.
"¿Por qué corretean así? ¿Tienen miedo de un simple tigre?" - rugió Tigrón, burlándose de ellos.
"No, no es miedo, solo estamos jugando a las escondidas, ¡y tú no puedes jugar porque no encajas en los escondites!" - contestó uno de los conejitos, temblando de miedo.
Tigrón soltó una gran carcajada y siguió su camino. A lo largo de los días, siguió molestando a otros animales. Hizo lo mismo con un grupo de patos, un grupo de ardillas y hasta un pequeño erizo.
Una noche, mientras Tigrón se encontraba tranquilo en su cueva, escuchó un sonar de pequeños pasos en el suelo. "¿Qué será eso?" - se preguntó con curiosidad. Se acercó sigilosamente y se dio cuenta de que eran tres ratoncitos, Milo, Tino y Susi.
"Miren a este gran tigre, ¿siente miedo de un par de ratones?" - dijo Tigrón, alzando la voz.
Los tres ratoncitos se miraron entre ellos, y, en ese instante, se les ocurrió una idea.
"¡No hacemos ruido precisamente para asustarte!" - dijo Milo, un poquito asustado, pero decidido.
"¿Asustarme yo? ¡El rey de la selva!" - respondió Tigrón con una sonrisa burlona.
"¡Sí! Porque nosotros no somos cualquier ratón. ¡Venimos con amigos!" - respondió Susi, dejando que se escuche un pequeño silbido.
Tigrón, intrigado, comenzó a mirar hacia las sombras. En cuestión de segundos, cientos de ratóncitos aparecieron, llenando el lugar con sus pequeños cuerpos.
"¡Sorpresa!" - gritaron los ratones al unísono, haciendo eco en la oscuridad.
Tigrón se dio cuenta de que estaba rodeado.
"¿Qué es esto?" - balbuceaba, sintiendo que su corazón se aceleraba.
"Hoy daremos una lección a un tigre como tú, que se burla de los pequeños sin motivo. ¡Así que, si no quieres que te asustemos, mejor pídeles perdón a todos aquellos a los que has atormentado!" - dijo Tino, con firmeza.
Tigrón sintió cómo la arrogancia se desvanecía y la humildad comenzaba a brotar en su pecho.
"Está bien, está bien... perdónenme. No quise hacerles daño. Solo quería divertirme" - dijo Tigrón, bajando la cabeza.
Milo, Tino y Susi conversaron entre ellos y decidieron darle una oportunidad.
"Si realmente estás arrepentido, ¡demuéstralo!" - exigió Milo.
Esa noche, Tigrón se unió a los ratones, pidiendo perdón a cada uno de los animales que había molestado. Se convirtió en su protector en vez de su opresor. Desde ese día, el tigre aprendió que ser grande no significa que puedas hacerle daño a los demás, y que la valentía real está en hacer lo correcto.
Los animales del bosque, con el tiempo, vieron a Tigrón como un verdadero amigo. Y en lugar de burlar de los más pequeños, los cuidaba y les enseñaba a ser valientes.
Y así, la selva vivió en armonía, donde los grandes cuidaban de los pequeños, demostrando que el respeto y la amabilidad son la verdadera grandeza.
FIN.