El Tío Cerdo y el Gran Árbol Sabio
Hola, amigos, soy un gato llamado Miau, pero no soy un gato cualquiera; soy un agente de cuidado infantil. Mi misión es cuidar y observar. Hoy les contaré la historia de un pequeño gran amigo llamado Matías y su curioso tío Mario. Matías tenía solo 7 años y, como todos los niños de su edad, era un gran observador. Sin embargo, había algo en su tío que no le gustaba de ninguna manera.
Matías miraba a su tío Mario y lo veía como un cerdo: "Siempre está comiendo, no para de hablar de comida, y nunca se toma nada en serio" -pensaba él.
Pero lo que Matías no sabía es que el amor de su tío era tan grande como un río caudaloso, solo que a veces parecía que estaba escondido tras montañas de risa y platos de comida.
Una tarde de verano, Matías decidió ir a dar un paseo por el parque. Allí, se encontró con un enorme y sabio árbol, que había sido testigo de muchas aventuras. Mientras Matías se sentaba bajo su sombra, el árbol le habló. "Hola, pequeño, ¿por qué tan triste?"
Matías, sorprendido, respondió: "Es mi tío, no puedo verlo de otra manera. Siempre está comiendo y nunca juega conmigo. Solo quiere que le lleve más picadas!"
El árbol sonrió y dijo: "A veces, las cosas no son lo que parecen. ¿Por qué no hablas con él? Quizás haya algo más detrás de su comportamiento".
En ese momento, llegó un río que corría alegremente, añadiendo: "Exacto. A veces, solo necesitamos mirar con nuevos ojos. Voy a mostrarte algo bonito cuando quieras".
Prometiendo al río que lo haría, Matías decidió regresar a casa. Esa noche, conversó con su tío. "Tío, ¿puedes dejar de comer tanto y jugar conmigo?" -le preguntó con sinceridad.
Mario, sorprendido, le respondió: "¿Por qué no me dijiste antes, Matías?" -y luego añadió con una sonrisa: "Prometo que mañana jugaremos un gran partido de fútbol juntos después de cenar".
Matías se sintió aliviado. El siguiente día, la promesa se cumplió. Jugaron juntos, riendo y corriendo en el parque, mientras el sabio árbol y el río miraban desde la distancia, orgullosos de la conexión entre los dos.
Desde entonces, Matías comenzó a ver a su tío con otros ojos. Aprendió que todos tienen sus manías y que, a veces, eso no define quiénes son realmente. Aprendió también a expresar sus sentimientos, lo que fortaleció su relación.
El árbol y el río se convirtieron en los narradores de sus historias, siempre recordándole que es importante comunicarse y ver más allá de las apariencias.
Así, Matías pudo transformar la imagen de su tío cerdo en el de un querido amigo, y eso fue solo el comienzo de muchas más aventuras juntos. Y yo, Miau, estoy aquí para recordarles que, a veces, hay que mirar con atención y amor.
FIN.