El títere rescatado
Había una vez un títere llamado Pepito que había sido abandonado en un viejo baúl durante diez largos años.
Durante todo ese tiempo, el pobre títere se sintió solo y triste, esperando ser encontrado por alguien que le diera una segunda oportunidad. Un día, mientras Mateo jugaba en el desván de su casa, descubrió un polvoriento baúl escondido detrás de unas cajas viejas. Curioso, lo abrió y encontró a Pepito acurrucado en un rincón oscuro.
Sus ojos se iluminaron al verlo y supo que tenía que cuidarlo. - ¡Mamá! ¡Mira lo que encontré! - exclamó Mateo emocionado. Su mamá llegó corriendo y observó el títere con ternura. - Es hermoso, hijo. Pero está muy sucio.
Vamos a tener que limpiarlo antes de poder jugar con él - dijo su mamá cariñosamente. Mateo asintió entusiasmado y juntos lavaron a Pepito hasta dejarlo reluciente.
El títere sonreía felizmente mientras el agua corría sobre su cuerpo de madera. A partir de ese momento, Mateo y Pepito se volvieron inseparables. Juntos exploraban el mundo imaginario en la habitación del niño: viajaban por selvas frondosas, buceaban en océanos profundos e incluso visitaban planetas lejanos.
Pero no todo era diversión para Pepito; también aprendía muchas cosas junto a Mateo. El niño le enseñaba las letras del abecedario, los números y cómo sumar y restar. Cada día eran nuevas lecciones llenas de risas y aventuras.
Un día, mientras Mateo y Pepito estaban jugando en el parque, se encontraron con un grupo de niños que estaban tristes porque no tenían juguetes para jugar. Los ojos de Pepito se llenaron de compasión al verlos así.
- ¡Mateo, tenemos que hacer algo! - exclamó Pepito preocupado. El niño asintió y juntos idearon un plan. Decidieron organizar una colecta de juguetes para donar a los niños del parque.
Con la ayuda de su mamá, repartieron volantes por todo el vecindario y pronto recibieron una gran cantidad de juguetes. La alegría en los rostros de los niños al recibir sus nuevos juguetes fue indescriptible.
Y aunque Pepito no podía moverse por sí mismo, sabía que había hecho algo importante para ayudar a otros. Los días pasaron y Mateo seguía cuidando y amando a Pepito como el primer día. Juntos enfrentaron desafíos, superaron miedos e hicieron amigos nuevos.
Cada noche antes de dormir, Mateo abrazaba a su querido títere y le decía:- Gracias por ser mi amigo fiel, Pepito. Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Pepito sonreía felizmente y respondía:- Y tú eres mi compañero más valiente, Mateo. Siempre estaré aquí contigo.
Y así fue cómo Mateo encontró a su fiel compañero en aquel viejo baúl abandonado hace diez años.
Juntos descubrieron que la verdadera amistad puede superar cualquier obstáculo y que, a veces, las cosas más valiosas están escondidas en los lugares menos esperados. Desde aquel día, Pepito se convirtió en el títere más feliz del mundo porque había encontrado un hogar lleno de amor y un amigo incondicional en Mateo.
Juntos, vivieron muchas aventuras y aprendieron que la amistad verdadera no tiene límites ni barreras.
FIN.