El tokaebi milagroso
Había una vez un granjero llamado Seo-jin que vivía en un pequeño pueblo de Corea. Era conocido por su arduo trabajo y su amor por la tierra.
Todos los días, Seo-jin se levantaba temprano para trabajar en sus cultivos, cuidando cada planta con esmero. Un día, mientras estaba trabajando en el campo, escuchó un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano. Se acercó con curiosidad y descubrió a un tokaebi, una criatura mágica del folclore coreano.
El tokaebi tenía forma humana pero con piel verde y ojos brillantes como estrellas. El granjero quedó sorprendido al ver al tokaebi y le preguntó: "¿Quién eres tú?".
El tokaebi sonrió y respondió: "Soy Tokki, el tokaebi guardián de este campo". Seo-jin se sintió agradecido por tener un protector mágico para su campo y dijo: "Tokki, estoy muy feliz de conocerte. ¿Puedes ayudarme a cuidar mis cultivos?".
Tokki asintió emocionado y dijo: "¡Por supuesto! Estaré encantado de ayudarte". A partir de ese día, Tokki comenzó a trabajar junto a Seo-jin en el campo. Con su magia, podía hacer crecer las plantas más rápido y protegerlas de las plagas.
Juntos cultivaban hortalizas frescas y frutas jugosas que eran admiradas por todo el pueblo. La noticia sobre los cultivos milagrosos llegó hasta el palacio del rey. El rey, intrigado por los rumores, decidió visitar el campo de Seo-jin para verlo con sus propios ojos.
Cuando llegó al campo, el rey quedó asombrado por la belleza y abundancia de los cultivos. Seo-jin le contó sobre su amigo tokaebi que lo ayudaba en todo momento.
El rey, impresionado, dijo: "Seo-jin, tu amistad con el tokaebi es verdaderamente especial. Como muestra de agradecimiento por tus maravillosos cultivos y tu amistad con Tokki, te concederé un deseo".
Seo-jin pensó durante un momento y finalmente respondió: "Su Majestad, mi deseo es que todos los granjeros del pueblo tengan la oportunidad de recibir la ayuda del tokaebi en sus campos". El rey sonrió y accedió al pedido del granjero. A partir de ese día, cada granjero recibió la visita de un tokaebi mágico para cuidar sus cultivos.
Con el tiempo, el pequeño pueblo se convirtió en una región próspera gracias a las cosechas abundantes de todos los agricultores. Seo-jin continuó trabajando junto a Tokki día tras día. Aprendieron mucho uno del otro y forjaron una amistad inquebrantable.
Y así fue como gracias a la valentía y generosidad del granjero Seo-jin y la magia del tokaebi Tokki, el pueblo prosperó y nunca más volvió a pasar hambre. Fin
FIN.