El Torito de Arcilla



En un pequeño pueblo argentino, vivía una niña llamada Martina que tenía un gran amor por los animales. Un día, nació un lindo torito en la granja de la familia de Martina.

La niña lo cuidaba con cariño, le daba de comer y lo acariciaba con ternura. Pero un día, llegó la noticia de que el torito debía ser llevado a otro lugar. Martina, desesperada por no querer separarse de su amigo, decidió tomar una decisión valiente.

Con la ayuda de su abuelo, aprendió a hacer figuras de arcilla. Pasaba horas modelando y perfeccionando su obra hasta que finalmente creó un toro de arcilla idéntico a su amigo.

Cuando llegó el día en que venían a llevarse al torito, Martina se adelantó con su toro de arcilla y le dijo a su abuelo: -Abuelo, ¡tengo una idea! ¡Voy a convencerlos de que este toro de arcilla es el verdadero! Martina se acercó a los visitantes y con valentía les explicó la situación.

Les contó lo mucho que quería a su torito y cómo había creado la réplica de arcilla para que no se lo llevaran. Los visitantes, conmovidos por la determinación de Martina, decidieron permitir que el torito de arcilla se quedara.

Así, Martina y su torito vivieron felices y libres en la granja, disfrutando de largos días de juegos y travesuras. Martina aprendió que con creatividad, valentía y determinación, siempre se pueden encontrar soluciones a los problemas.

Y el torito de arcilla se convirtió en un símbolo de la amistad y la perseverancia en el pequeño pueblo.

FIN.

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