El Torneo de Fausto



vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y animales. Fausto era tan amable que todos los habitantes del pueblo lo querían mucho y siempre lo saludaban con una gran sonrisa.

Fausto tenía un gran sueño: ser jugador de fútbol profesional. Por eso, todas las tardes después del trabajo, se iba al campo a entrenar y practicar sus habilidades con la pelota. Sus amigos del pueblo lo acompañaban y jugaban con él.

Un día, mientras Fausto estaba entrenando, vio a un grupo de niños que estaban sentados tristes en el borde del campo. Se acercó para preguntarles qué les pasaba. "¿Qué les pasa chicos?" - preguntó Fausto.

"No tenemos pelota para jugar" - respondió uno de los niños con tristeza. "¡No se preocupen! Yo tengo una pelota extra que puedo prestarles" - dijo Fausto sonriendo. Los niños se pusieron muy contentos y empezaron a jugar juntos.

Fausto se dio cuenta de lo feliz que hacía a los demás cuando compartía sus cosas. A partir de ese día, Fausto decidió hacer algo más por su comunidad.

Convocó a todos los habitantes del pueblo para organizar un torneo de fútbol entre equipos locales. Todos aceptaron emocionados y comenzaron a entrenar duro para ganar el trofeo. El día del torneo llegó y había mucha gente viendo los partidos desde las gradas llenas de colorido.

El equipo liderado por Fausto llegó hasta la final contra otro equipo fuerte pero menos creativo en su juego. El partido estuvo parejo durante todo el tiempo reglamentario y tuvieron que ir a la prórroga.

En el último minuto de juego, Fausto recibió un pase perfecto cerca del área rival. Todos los ojos estaban puestos en él. En vez de intentar hacer un gol él solo, decidió darle un pase al compañero mejor ubicado para marcar el gol de la victoria.

El estadio se llenó de gritos y aplausos cuando ese jugador anotó el tanto decisivo. Fausto saltaba de alegría con sus amigos mientras levantaban el trofeo del campeonato.

Desde ese día, todos los habitantes del pueblo recordaron la gran hazaña deportiva liderada por Fausto y su gran corazón para ayudar a los demás.

Fausto siguió trabajando duro y entrenando para lograr su sueño como futbolista profesional, pero nunca olvidaría lo importante que era compartir con los demás y trabajar juntos como equipo para lograr grandes cosas.

FIN.

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