El Torneo de los Valientes
En una pequeña escuela de un barrio alegre, había un grupo de alumnos de Primaria que adoraban el fútbol. Sin embargo, su forma de jugar no era la más correcta. Siempre que se reunían en el patio, terminaban gritándose y empujándose en vez de disfrutar del partido. Todo se volvía un lío de agresiones e insultos.
Un día, durante el recreo, una nueva alumna llamada Clara llegó a la escuela. Clara era muy amable y siempre había jugado al fútbol de manera respetuosa en su antiguo colegio. Al ver a los chicos de su nueva escuela jugar, decidió acercarse y presentarse.
"¡Hola! Soy Clara, ¿puedo jugar con ustedes?" - preguntó con una gran sonrisa.
Los chicos, al principio, la miraron con desdén. A uno de ellos, Martín, no le gustó la idea.
"¿Jugar? No, mejor mirá cómo se hace, porque si no, no vas a poder jugar nunca" - dijo, empujándola suavemente.
Clara, aunque sorprendida, no se dejó amedrentar. Se acercó a la pelota y dijo:
"Para que el juego sea divertido, tenemos que ser un equipo. Jugar así no lo es. ¿Qué les parece si hacemos un torneo?" - propuso.
La idea provocó risas, pero una de las chicas del grupo, Sofía, se interesó.
"¿Y cómo sería eso?" - preguntó curiosa.
"Podemos dividirnos en equipos y hacer unas reglas. Si alguien falta al respeto o juega de manera agresiva, será descalificado. Así todos podemos jugar y divertirnos" - explicó Clara.
Los chicos se miraron y con un poco de duda aceptaron la propuesta. Al final, decidieron dividirse en dos equipos: el equipo de "Los Valientes" y el equipo de "Los Guerreros".
El primer partido comenzó. Al principio, todo marchaba bien, pero a medida que pasaban los minutos, la tensión aumento. Roberto, un jugador del equipo de Los Valientes, empezó a hacer comentarios hirientes a su oponente, y eso provocó que Gonzalo, del equipo de Los Guerreros, reaccionara de manera brusca.
"¡Dejá de hablar! ¡Solo jugá!" - gritó Gonzalo empujando a Roberto.
Clara, que era la árbitra del torneo, se detuvo y pidió que se parara el juego.
"Chicos, esto no es lo que habíamos acordado. ¿Queremos ganar así?" - preguntó Clara con voz firme.
Todos se quedaron en silencio. Luego, Sofía dijo:
"Clara tiene razón. Estamos aquí para divertirnos, no para pelear".
Este comentario hizo que los demás reflexionaran. Martín, que al principio había sido el más retador, se sintió avergonzado.
"Perdón, Clara, no quise hacerte sentir mal impidiendo que jugaras. Vamos a intentar llevarlo mejor las cosas. Lo importante es el respeto" - dijo Martín, mirando a los demás.
Los chicos asintieron, y Clara siguió explicando las reglas del juego:
"Si un jugador falta al respeto, no solo se perderá el partido, sino que también se perderá la oportunidad de jugar con todos nosotros en el futuro".
Al continuar el torneo, los chicos se esforzaron por jugar con respeto. Se alentaban entre ellos, celebraban los buenos pases, y ayudaban a levantarse a aquellos que caían. Al final del día, todos se sintieron felices no solo por haber jugado, sino por haber aprendido a respetarse y apoyarse los unos a los otros.
El torneo concluyó con un empate emocionante entre los dos equipos. Los chicos, aunque un poco cansados, se sonrieron y se dieron la mano.
"Hoy aprendimos algo muy importante, ¿no?" - dijo Sofía.
"Sí, que jugar bien es mucho más que solo ganar. Es divertirse juntos y respetarnos" - respondió Clara, mientras todos dirigían su mirada hacia la tarde brillante del patio de la escuela.
Desde ese día, el fútbol en el patio de la escuela se convirtió en un espacio de alegría y compañerismo, donde el respeto y la amistad fueron siempre el centro de juego.
FIN.