El Torogoz que aprendió a volar
En las orillas del río grande de San Miguel vivía El Torogoz, un ave colorida que soñaba con volar por los cielos de El Salvador.
Sin embargo, a diferencia de otras aves, El Torogoz estaba convencido de que no podía volar. Pero un día, Jaimito y su piscucha, dos amigos aventureros, decidieron ayudarlo a cumplir su sueño. - ¡Hola, El Torogoz! ¿Por qué no intentas volar con nosotros? - le dijo Jaimito con entusiasmo.
El Torogoz dudó al principio, pero finalmente aceptó la propuesta. Con paciencia, Jaimito y su piscucha enseñaron a El Torogoz a extender sus alas, a sentir la brisa y a confiar en su capacidad para volar.
A medida que practicaban, El Torogoz comenzó a notar que podía mantenerse en el aire por unos segundos. Su corazón se llenó de emoción y alegría. Poco a poco, con determinación y práctica, El Torogoz logró alzar el vuelo y surcar los cielos de El Salvador.
Descubrió la belleza del paisaje desde las alturas y la sensación de libertad que tanto anhelaba. Todos en el río grande de San Miguel se maravillaron al ver a El Torogoz volar.
Desde ese día, se convirtió en un símbolo de esperanza y perseverancia para todos los animales del lugar, demostrando que con esfuerzo y apoyo, los sueños más grandes pueden hacerse realidad.
FIN.