El Tour de Chocolate Mortal
Había una vez un niño llamado Gregorio, de ojos azules y cabello rubio, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. A él le encantaba el chocolate más que cualquier otra cosa en el mundo.
Cada vez que tenía la oportunidad, compraba una barra de chocolate en la tienda del pueblo. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, encontró un papel dorado brillante.
Lo abrió y leyó: "¡Felicitaciones! Has ganado un tour especial por la fábrica de chocolate más grande del mundo". Gregorio estaba emocionado y corrió a casa para contarle a su mamá. Ella también se emocionó por él y lo acompañó al día siguiente a la fábrica.
Al llegar allí, fueron recibidos por Willy Wonka, el dueño excéntrico de la fábrica. Él les mostró todo tipo de cosas maravillosas: ríos llenos de chocolate líquido, árboles con caramelos colgando y habitaciones llenas de chicles gigantes.
Gregorio estaba asombrado pero algo no parecía estar bien. Algo andaba mal con los otros niños que habían ganado el tour junto con él.
Uno era muy glotón y no podía dejar de comer todo lo que veía; otro era muy arrogante y siempre quería ser mejor que todos los demás; otro era muy egoísta y nunca compartía nada. De repente, uno de ellos desapareció misteriosamente después de haber desobedecido las reglas impuestas por Willy Wonka durante el recorrido.
"¿Qué está pasando aquí?" preguntó Gregorio a su mamá. "¿Por qué los otros niños están desapareciendo?"Su mamá le explicó que aquellos niños estaban siendo castigados por ser malos y no seguir las reglas.
Gregorio se dio cuenta de que debía ser cuidadoso y respetar las reglas de la fábrica si quería tener una experiencia divertida y segura. Finalmente, Willy Wonka llevó a Gregorio y su mamá hasta una habitación llena de chocolate caliente para beber.
Él les dijo que podían llevarse todo el chocolate que quisieran, pero sólo si prometían compartirlo con todos sus amigos del pueblo. Gregorio aceptó felizmente la oferta, sabiendo que esto haría felices a muchas personas en su comunidad.
A partir de ese día, aprendió la importancia del respeto por las reglas y la generosidad con los demás. Y así fue como Niño Gregorio de los ojos azules aprendió valiosas lecciones en la fábrica de chocolate más grande del mundo.
FIN.