El traba y el gran campeonato
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un grupo de amigos que siempre soñaron con ser los mejores en el fútbol. Entre ellos estaba Martín, que era muy habilidoso; Clara, la mejor arquera; y Tommy, un chico ingenioso que siempre tenía ideas geniales. Pero había un personaje que perturbaba sus sueños de ser campeones: El Traba.
El Traba era un niño un poco más grande que ellos, siempre vestido con una camiseta de un equipo famoso y unos pantalones cortos que nunca se quitaba. Cada vez que el grupo de amigos intentaba jugar al fútbol, El Traba aparece y los interrumpe.
"¡Eh! ¿Dónde creen que van con ese balón? ¡No pueden jugar sin mí!" - decía con una sonrisa burlona.
Martín y sus amigos se sentían frustrados, ya que El Traba siempre les quitaba las ganas de jugar. Un día, después de mucha discusión, decidieron hacer algo.
"Vamos a hablar con él y decirle que queremos jugar juntos. Quizás no sepa que nos está interrumpiendo" - sugirió Clara.
Así que, armados de valor, se acercaron a El Traba.
"Hola, ¿podemos hablar un momento?" - comenzó Martín.
"¿Qué quieren?" - contestó El Traba, cruzándose de brazos.
"Queríamos decirte que nos gustaría jugar al fútbol juntos. Siempre nos interrumpís y nos gustaría que fueras parte del equipo" - explicó Clara.
El Traba quedó sorprendido.
"¿En serio? ¡Nunca pensé que quisieran jugar conmigo!" - dijo, algo confundido.
"Sí, ¡de verdad! Nos parece que tienes talento, y sería más divertido jugar todos juntos" - respondió Tommy.
Al principio, El Traba se sintió un poco incómodo, pero decidió probarlo.
"Está bien, pero solo si podemos hacer un trato. Si yo juego con ustedes, yo soy el capitán y decido las jugadas" - dijo con seguridad.
Los amigos se miraron entre ellos. Después de un breve silencio, Clara se animó a decir:
"¡Trato hecho! Pero hay que aprender a jugar en equipo".
El Traba asintió, y juntos comenzaron a entrenarse. Al principio, las cosas no fueron fáciles. Él tenía sus propias ideas, y a menudo chocaban con las de los demás.
"¿Por qué no todos corren como yo?" - se quejaba El Traba cuando las jugadas no salían como él esperaba.
"Porque cada uno tiene su propio estilo" - le respondía Tommy.
Sin embargo, poco a poco, El Traba empezó a darse cuenta de que trabajar en equipo les hacía mejores. Todos tenían algo único que aportar.
"¡Yo puedo pasar el balón!" - empezó a gritar, entusiasmado.
"¡Buena idea!" - respondió Clara, quien siempre había querido que le pase la pelota.
Un día, mientras entrenaban, se enteraron de que se iba a realizar un campeonato de fútbol en el pueblo. Todos estaban emocionados, pero El Traba estaba nervioso.
"No sé si estaré a la altura como capitán" - confesó.
"Si estamos juntos, no importa quién sea el capitán. ¡Lo importante es jugar como equipo!" - alentó Martín.
El día del campeonato llegó, y el equipo estaba más unido que nunca. A medida que avanzaban en los partidos, El Traba empezó a sentir su confianza crecer.
"¡Bien, equipo! ¡Vamos a ganar!" - gritó en la final. La emoción estaba al máximo.
El partido fue muy reñido. Al final, con el marcador empatado, todos miraban a El Traba, esperando que propusiera una estrategia. Él, un poco dudoso, pensó en lo que había aprendido de sus amigos.
"Voy a hacer una jugada diferente. Clara, ¡tú debes estar lista en el arco! Martín, tú vení a mi lado. ¡Tommy, salí por la izquierda!" - ordenó decidido.
Cuando dio la señal, siguió su propia estrategia. Al final, se la pasó a Clara, quien hizo la mejor parada del partido, dándoles la victoria. El público estalló en aplausos.
"¡Lo logramos!" - gritó El Traba, lleno de alegría.
"¡No, lo logramos nosotros!" - exclamó Clara.
A partir de esa experiencia, El Traba aprendió que jugar en equipo era más importante que ser el mejor solo. Se convirtió en un gran amigo de Martín, Clara y Tommy, y juntos practicaron y jugaron en cada oportunidad.
Así, El Traba cambió de ser un niño que sólo quería destacar, a ser un gran compañero, y todos en Villa Esperanza aprendieron una valiosa lección sobre el trabajo en equipo, la amistad y el respeto. Desde ese día, el fútbol se convirtió en la pasión de todos, incluido El Traba, quien descubrió que ser parte de un equipo era la mejor victoria de todas.
FIN.