El tren de la solidaridad


Había una vez tres niños, Juan, María y Pablo, que vivían en un pequeño pueblo cerca de las vías del tren. Una noche, mientras jugaban cerca de las vías, escucharon un ruido que se acercaba rápidamente.

Era un tren de carga que pasaba a toda velocidad. - ¡Qué emoción! ¡Es el tren de carga más grande que he visto! - exclamó Juan emocionado. - ¡Sí! Debe llevar muchas cosas interesantes - dijo María con curiosidad.

De repente, los tres amigos notaron algo inusual en uno de los vagones del tren. Escucharon unos susurros provenientes de adentro y sintieron como si alguien estuviera pidiendo ayuda. - ¿Escucharon eso? - preguntó Pablo preocupado.

- Sí, suena como si hubiera alguien adentro del vagón. Debemos hacer algo - dijo Juan decidido. Sin pensarlo dos veces, los valientes amigos corrieron detrás del tren y lograron subirse a uno de los vagones.

Al abrir la puerta, descubrieron a tres niños asustados y solos que buscaban llegar a un lugar mejor en busca de una vida más segura y llena de oportunidades. - Hola, somos Juan, María y Pablo. ¿Cómo se llaman ustedes? - preguntó María con amabilidad.

Los niños migrantes les contaron su historia: habían escapado de situaciones difíciles en sus países y estaban tratando de llegar a un lugar donde pudieran tener una nueva oportunidad para crecer y ser felices. - No se preocupen, estamos aquí para ayudarlos.

Juntos encontraremos una manera segura de salir adelante - dijo Pablo con determinación.

Los seis niños continuaron juntos en el tren durante varias horas hasta que finalmente llegaron a un pueblo cercano donde pudieron pedir ayuda a las autoridades locales. Allí recibieron comida caliente, ropa limpia y la promesa de encontrarles un lugar seguro donde vivir mientras se resolvía su situación migratoria.

Con el tiempo, los tres nuevos amigos encontraron familias amorosas que los acogieron como parte de sus hogares. Aprendieron juntos sobre la importancia del apoyo mutuo, la solidaridad y la amistad sin importar nuestras diferencias o el lugar del mundo al que pertenezcamos.

Y así fue como Juan, María y Pablo descubrieron que siempre hay una manera positiva de enfrentar los desafíos cuando trabajamos juntos con bondad y compasión hacia quienes más lo necesitan.

Y aunque cada uno tuvo su propio camino por recorrer, sabían que siempre serían amigos inseparables unidos por aquella noche en la que encontraron esperanza en medio de la oscuridad junto a tres valientes niños migrantes.

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