El tren de las urracas voladoras



Había una vez un niño llamado Unai, que tenía una gran pasión por los pájaros, los aviones y la luna.

Todos los días, Unai salía al jardín de su casa para observar a las aves volando en el cielo y soñaba con algún día poder volar junto a ellas. Un día, mientras paseaba cerca de las vías del tren, Unai encontró un antiguo tren abandonado. Su curiosidad lo llevó a subirse y explorarlo.

Para su sorpresa, el tren comenzó a moverse lentamente y luego se elevó en el aire. ¡El tren estaba volando! Unai no podía creerlo. Estaba emocionado más allá de sus sueños más salvajes.

Desde la ventana del tren, pudo ver cómo los pájaros se acercaban y comenzaban a acompañarlo en su aventura por el cielo. Entre todos los pájaros que lo rodeaban, las urracas eran sus favoritas. Eran inteligentes y juguetonas, siempre dispuestas a hacer travesuras.

Las urracas pronto se dieron cuenta de la fascinación de Unai por la luna y decidieron llevarlo hasta allí.

Mientras volaban hacia la luna, las urracas le contaron historias sobre las maravillas del universo y le enseñaron cosas interesantes sobre los diferentes tipos de aves que existían en el mundo. "Unai, ¿sabías que algunos pájaros pueden migrar miles de kilómetros cada año?", dijo una urraca llamada Luna. "¡No lo sabía!", exclamó Unai emocionado.

"¿Cómo hacen eso?"Luna explicó que algunas aves tenían una brújula interna que les permitía orientarse y seguir rutas migratorias específicas. También le contó cómo los pájaros se comunicaban entre sí a través de diferentes sonidos y cantos.

"¿Y sabías que algunas aves pueden imitar el sonido de otros animales?", preguntó otra urraca llamada Estrella. Unai estaba asombrado por todo lo que estaba aprendiendo.

Mientras seguían volando, las urracas le enseñaron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y proteger a las aves para que pudieran seguir volando libres en el cielo. Finalmente, llegaron a la luna. Unai estaba maravillado por su belleza y cercanía.

Las urracas lo llevaron a dar un paseo lunar y juntos disfrutaron de la increíble vista del planeta Tierra desde allí arriba. Después de un tiempo, era hora de regresar a casa. Las urracas acompañaron a Unai hasta el tren volador y con mucha tristeza se despidieron. "Gracias por esta increíble aventura", dijo Unai emocionado.

"Nunca olvidaré todo lo que he aprendido". Las urracas sonrieron y le recordaron que siempre podría encontrarlas en su jardín, listas para jugar y aprender más sobre los pájaros y el mundo natural.

De regreso en casa, Unai compartió sus experiencias con su familia. Les habló sobre los pájaros migratorios, la comunicación entre las aves e incluso les mostró algunos trucos divertidos inspirados en las traviesas urracas.

A partir de ese día, Unai siguió observando los pájaros, los aviones y la luna con una nueva perspectiva. Sabía que el cielo era un lugar lleno de misterios y aventuras esperando ser descubiertas.

Y así, Unai creció rodeado de la magia de las aves y el amor por la naturaleza, siempre recordando su increíble viaje en el tren volador hacia la luna.

FIN.

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